lunes, 19 de mayo de 2014

De los jóvenes viejos y de los viejos jóvenes



Estuve leyendo a Christiane Collange y me causó mucha gracia un relato que hace, de tres damas inglesas muy aristocráticas. Se trata de un diálogo que mantenían durante una partida de bridge estas señoras, que tenían alrededor de noventa años cada una. Preguntaban si durante la semana habían tenido alguna novedad, y una de ellas comentó que se sentía terriblemente aliviada porque había encontrado un geriátrico muy apropiado para su hijo, el mayor, que tenía 70 años, ya que no dejaba de hacer tonterías, no podía tenerlo en su casa en esas condiciones. 

Si bien esto no es cierto, ya que era sacado de una obra de ficción, en la actualidad se pueden dar estos fenómenos inusitados.

También relata Christiane que en ocasión del festejo del cumpleaños número 100 de una señora, su hijo se dirigió a los invitados y dijo: nunca pensé que estaría alegremente festejando los cien años de mamá; a lo que la madre, sacándole el micrófono, acotó: de joven nunca pensé que llegaría a tener un hijo de 75 años.

Vi esta semana el festejo de 100 años de una señora que pasaron por la televisión, y seguramente ella tendría un hijo de setenta o más sin lugar a dudas.

Apresúrense a sacarse fotos los que tengan posibilidad de tener bisnietos porque serán, en un futuro, raras avis. Díganles a sus nietos que una vez sacadas las guarden y podrán venderlas en el futuro a precio de oro, ya que será una condición inexistente la de tener bisnietos o tataranietos.

Piensen que nuestros hijos se casan cada vez más grandes, o mejor dicho se emparejan más tarde, y acceden a la paternidad/maternidad también a edades más avanzadas. Este hecho determinará que, a pesar de que los longevos vivan más, será muy difícil conocer a los bisnietos o tataranietos.

Creo que esto es una anécdota, pero no así la necesidad de cambio al concebir la realidad, ya que nos toca vivir una ruptura de paradigmas enorme, en la que se produce una revolución en nuestras cabezas.

¿Cuando hubiéramos pensado que podriamos asistir al cumpleaños número 75 de un hijo?

¿Se acuerdan de la canción de Mercedes Sosa? Cambia en lo superficial, cambia, cambia en lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo.



sábado, 17 de mayo de 2014

De la posibilidad de inventar nuestra vejez



Si a alguien nos participara de un invento que se le ocurrió y nos demostrara su utilidad con fundamento, ¿se nos ocurriría decir que eso no tiene sentido?

Les contaré un invento mío, que no llevé adelante:
Preocupada por los accidentes en las autopistas –donde los autos circulan a alta velocidad y, si alguno tiene un desperfecto en el carril rápido, lo más probable es que no pueda bajar a poner las balizas porque que se lo llevarían por delante– se me ocurrió lo siguiente: Por qué no incorporar a los autos algo semejante al airbag, que salga del techo para que, por su dimensión y colores, indique con muchos metros de anticipación que hay un auto en emergencia y un peligro cerca. Como en las embarcaciones, según viéramos el color rojo o verde el auto estaría indicando que estaba circulando en tal o cual dirección.
No encontré a nadie al que se lo comentara que me dijera que la idea era mala. Los que escuché es: Hay muchos intereses creados para cambiar lo que hay, alguien tiene que diseñarlo, tienen que aceptarlo las autoridades, las industrias automotrices, te  van a robar la idea, etc.
No hice nada.

Si no se hace nada, no pasa nada. No cambió nada.

Nosotros, los que vamos envejeciendo (de sesenta años  en más), somos los pioneros, por la magnitud en número, a transitar este boom de longevidad. Razón por la cual estamos invitados a volver a reflexionar acerca del camino que nos toca transitar.

Si no pensamos nuevamente los criterios con los que mirábamos la vejez estaremos condenados por nosotros mismos y sin razón.

No hay duda de que vamos cambiando y lo que también hay que cambiar son los hábitos, que por definición son repetitivos.

Les contaré una anécdota que ejemplifica un hábito.
Hace unos años, después de trabajar muchas horas en mi consultorio, llegué a mi casa extenuada. Había comenzado a trabajar a las ocho de la mañana y eran las ocho de la noche.  A los pocos minutos sonó el teléfono. Era una amiga. Me preguntó que estaba haciendo y le dije que estaba poniéndome el pijama. Ella me respondió: ¿El pijama a las ocho de la noche? Yo le contesté riéndome: ¿Por qué? ¿A qué hora debería ponérmelo? Ella me respondió que a las diez. Yo le pregunté ¿por qué a esa hora? Y ahí ya riéndonos las dos, nos dimos cuenta de que ella conservaba hábitos de cuando su marido volvía de su trabajo y tomaban un whisky con el socio de él y ella, y venían los hijos con las novias de la facultad. Hacía muchos años que era viuda, los hijos ya no vivían con ella hacía mucho tiempo. Pero ella seguía en tailleur, hasta las diez de la noche, como si fuera necesario.

Esta anécdota viene a cuento de que hay que tratar de revisar las razones, de por qué realizamos ciertas conductas, sobre todo, de aquellas que nos imponemos sin que haya necesidad. Son anacrónicas y no nos sirven hoy. En la anécdota, la incomodidad de quedarse elegante era por no repensar que la realidad había cambiado, ya no había marido que llegara y tampoco hijos que vivieran allí. Perdón a mis pacientes que sin duda ya han escuchado este ejemplo de mi parte.

Esto no era tomado por ella como algo que le pesara, pero al descubrir que era innecesario pudo darle la forma que creyera mejor para ese momento.

Estos ejemplos son nimios si los comparamos con otros que involucran intereses más profundos e importantes que cada uno puede llegar a descubrir, y que puede llevar adelante en el proceso de envejecer.

Además, quiero ayudar a desenmascarar viejos prejuicios instalados que muchas veces son tomados seriamente por los mismos adultos mayores.
Paso a describir algunos:
Los viejos no entienden.
Los viejos son lentos
Nadie aprende con la experiencia del otro, para qué nos sirve su transmisión si el mundo cambió.
Los viejos no escuchan.
Los viejos molestan 
Esto es mentira. Podríamos decir que muchas personas no entienden ni de jóvenes ni de viejas.
Los viejos son lentos para ciertas cosas, como las que tienen que ver con el deterioro físico, pero no en todas. La lentitud a veces permite la profundización. Hay jóvenes lentos y viejos rápidos.
Hay viejos que molestan y otros que no. Hay jóvenes que molestan y otros no.
Hay viejos tontos y jóvenes tontos y viejos que transmiten sabiduría y otros muy pesados. Y jóvenes deliciosos y brillantes
Hay jóvenes que escuchan y se interesan y otros que no escuchan teniendo su oído intacto y viejos que a pesar de tener su oído deteriorado se esfuerzan por escuchar y entender.

Salgamos de las generalizaciones que solo aportan discriminación y falta de realidad.
 El tiempo nos juega a favor y no en contra, porque  las experiencias incorporadas y vividas, ya están dentro nuestro. Si sabemos combinar entre sí los aprendizajes que supimos conseguir, podremos inventar lo que nos plazca y generar posibilidades insospechadas hasta el momento. No les parece que esto de inventarnos tiene sentido y fundamento?


lunes, 12 de mayo de 2014

Introducción para el futuro blog traducido al francés para Pass It on Network




Uno de los aportes que quiero hacer tiene que ver con mi propia experiencia. En el año 2013 empecé a escribir un blog alentada por mi marido y amigos; el tema que elegí fue y es reflexionar sobre mi propio proceso de envejecimiento, pero con humor.
No tenía ninguna finalidad más que divertirme escribiendo; y a los pocos a quienes les conté y lo habían leído me pedían que lo siguiera haciendo. Rescato sobre todo a la hija de una amiga mía, Lorena Sarán, que vive en Gratz (Austria), y que me decía que le encantaba seguir mis escritos.
Descubrí la EGPE (Ecole des Grands Parents Europeens) buscando a Christianne Collange, de la que había leído solo un libro cuando tenía 38 años. En esa búsqueda encontré a Marie Françoise Fuchs, creadora del EGPE y luego de la Old Up. Yo, viviendo en Argentina y gracias a las maravillas de la Internet, logré una cita con cada una de ellas: las tuve en octubre de 2013, en ocasión de un viaje a Paris; y de ahí en más, poco a poco y paso a paso, fui trabajando cada vez más en este sentido, desarrollando proyectos relacionados con la revisión de los conceptos de vejez y longevidad.
Lo que quiero transmitir es que los proyectos se arman y toman forma de a poco. Cuando comencé a escribir no tenía ninguna idea de proyección. Cuando seguí haciéndolo durante meses después de mis encuentros e intercambios con Marie Françoise, tampoco. Recién ahora, después de seis meses, comienzo a concretar una participación en este tema que tomé como “Mi Tema” de interés para compartir con quien quiera hacerlo.
Mi agradecimiento también a Moira Allan, que con su calidez me dio coraje y confianza para integrarme al Pass I ton Network, designándome como contacto para Argentina de la Organización creada por Jan Hively junto a Moira y que es Pass It On Network. No quiero dejar de mencionar a mi amiga Luisa Axpe, escritora y psicóloga, que me ayuda a corregir mis escritos y está presente cada vez que la necesito.

Proyecto de  la Argentina de Lic. Silvia Crom.

Mi blog reflexionesdeunamujerde60/blogspot permite que las personas interesadas en los temas acerca del envejecimiento puedan compartir lo relatado y ahondarlo. Se formarán grupos On Line, por ahora en francés y en español.
La posibilidad de intercambiar con gente que transita o se interesa por esta problemática, aporta incentivos a las propias búsquedas de cada persona al ver que hay otros que se encuentran (o se encontraron en algún momento) en la misma situación. Permite desarrollar proyectos, tanto para la acción como también para encontrarle un sentido a la propia existencia en el momento en que se suponía erróneamente que las actividades se acababan.
El blog permite identificarse con los diferentes temas tratados, permitiendo de ese modo elegir con qué se quiere trabajar y también sugerir las problemáticas que les puedan interesar a las diferentes personas, haciendo desde lo personal un aporte que tenga interés universal.

domingo, 11 de mayo de 2014

Quien de joven no trota de viejo.......se asusta



Mi experiencia como mujer y psicoterapeuta me ha puesto en contacto con las vivencias de miedo de hombres y mujeres ante las nuevas situaciones que les toca vivir. Aludo a situaciones traumáticas como lo son el divorcio o la muerte de la pareja.
Según el período en el que suceden estos cambios, las reacciones a los mismos son muy diferentes.
Si el divorcio o la viudez sucede a los 30, 40 o 50 años, no es lo mismo que a los sesenta o más.
Pareciera que alrededor de los 60 años algo diferente sucede. En realidad, no solo es la edad la que influye en el modo de asumir ciertos acontecimientos, sino la sedimentación de vivencias anteriores por las que se atravesó. La cantidad de roles y responsabilidades asumidas a lo largo de la vida representan un entrenamiento importante en la resolución y tramitación de ciertas problemáticas que se presentan en cada uno de nosotros en el transcurrir de los años.
Personalmente no creo en eso de que “lo que no te mata te fortalece”. A mi modo de ver, lo que no te mata te debilita. Creo que aquello que te golpea fuerte te puede brindar elementos de reflexión y de menor sorpresa para enfrentar algunas cosas, pero que nos cansa, es cierto, nos cansa y..... mucho.
Las personas que han tenido una vida muy lineal, si se encuentran a los 60 o 70 años con un cambio radical, como es encontrarse sin su pareja, después de haber transitado la vida en compañía, cada uno ejecutando un rol, creo que se encuentran más desconcertados y desvalidos que aquellos que se han enfrentado de mas jóvenes con estas circunstancias de alto impacto.
Cuando los usos y costumbres que tenían se ven alterados, se genera una gran conmoción en las personas. Se mezclan sentimientos. Pueden aparecer simultáneamente dolor, rabia, desconcierto, tristeza. La lectura de la realidad se disloca, aparecen dudas con respecto a casi todo, sin la consciencia de por qué sucede lo que sucede en nuestra interioridad.
El hecho de vivir en pareja disimula las inconsistencias propias y ajenas. Si la mujer no sabe prender el calefón lo hace su marido, si un hijo viene con un problema lo baraja la madre. Estos dos son solo ejemplos, a fin de poder explicitar mejor lo que quiero decir. Ya que no intento con esto idealizar las situaciones de matrimonio. Cuando acontece una desaparición, por el motivo que fuere, de uno de los miembros de una pareja, el que queda, queda con el vacío real del que no está, más las inconsistencias propias, en las que probablemente no reparó.
Pero no desesperéis, porque si bien creo que lo que he expuesto hasta acá es cierto utilizaré otra frase más alentadora: nunca es tarde “cuando la libertad es buena” (como verán, la cambié un poquito). Con esto quiero decir que “se puede” revertir el concepto del encabezamiento de esta reflexión diciendo: Quien de joven no trota, de viejo… tiene miedo, pero galopa. ¿Han visto a alguien que tras años de no hacer ejercicio, de nunca haber trotado, no le duela todo al galopar? Quiero aclarar que esto que escribo alude a “todos y todas”, no se me ofendan mis compañeras de género.
Es así lo que les sucede a las personas que de mayores, se animan a insertarse en un mundo desconocido para ellos, de nuevas relaciones con hombres y mujeres, salidas seductoras o frustrantes, contacto con los hijos personales, no filtrados por los que nos acompañaban, la mamá o el papá de esos hijos. Que a su vez muchas veces eran generadores de conflictos.


He aquí que no hay edad para animarse a vivir las asignaturas pendientes. Hecho esperanzador y generador de expectativas. Por otra parte no nos engañemos, este ejercicio de salir, gustar, conocer gente también era un desafío movilizante en la juventud y provocaba miedo. Si me permiten un consejo reestructuraré el encabezamiento: Quien de joven no trota, de viejo ¡¡¡vaya al paso!!!, si puede.

sábado, 10 de mayo de 2014

De los reconocimientos




Me parece que el animarse a mostrar lo que uno piensa trae aparejado salir de uno mismo para compartir.
Éste compartir, a veces, viene de la mano con las ideas, emociones, que se despiertan en los otros y en el mejor de los casos obtenemos una devolución.
Digo en el mejor de los casos ya que en general a la gente le cuesta mucho mostrarse y dar sus opiniones.                              
Sin embargo a mí me genera una adrenalina muy especial poder llegar a otras personas y ni les cuento lo que me provoca su respuesta.
Del mismo modo, cada vez que recibo a un nuevo paciente me lleno de expectativa e interés ante la posibilidad de conocer a ese ser con sus enigmas y riquezas.
Hablando con una amiga, me dijo que yo había cambiado muchísimo y mas allá de haber cambiado en el envase sin quererlo (¿ será por envejecer?), cambié en el contenido, también sin quererlo.
El cambio en el contenido, vino de la mano con el paso del tiempo. Es en este momento que me atrevo a mostrarme y no así antes.
Tenía vergüenza. Me parecía que para decir algo tenía que ser una genialidad y en realidad las confrontaciones me asustaban.
Hoy, supongo que como a todos, me encanta el reconocimiento de los demás pero si no lo obtengo por disenso de ideas, no me mata. Espero respeto, pero no agradar en mis pensamientos.
Todo esto viene a cuento del entusiasmo que me provoca el intercambio con los demás y los aprendizajes que obtengo en esta interacción.
Voy descubriendo en los distintos intercambios posibilidades diferentes.
Lo que quiero trasmitir es que el reconocimiento de los otros, para mí, es un generador de fuerza vital y de entusiasmo. Genera ideas, impulsa a seguir e ilusionar. No es algo que se logra de una vez y para siempre sino que es un desafío permanente. Nunca somos idénticos a nosotros mismos en el tiempo y la necesidad de saber lo que despertamos en los otros es un espejo de nuestro propio cambio y del cambio de los demás.
Por estas razones el devenir mayor puede liberar, acercar y generar oportunidades.

viernes, 9 de mayo de 2014

Del trato de lo gastado o roto en otras latitudes culturales



 Lamento no haber conocido ésto antes.
Hubiera sido un perfecto ejemplo para trabajar el envejecimiento y evidenciar como  las distintas culturas  nos hablan de creencias diferentes. Unas aprecian el "reparar" y otras  el " sustituir"
Si observamos la conducta de los Japoneses podríamos aprender a tratar lo gastado o roto. No es necesariamente descartable. Se puede reparar y de ese modo fortalecer. Desde su forma de evaluar lo restaurado, la belleza surge renovada, distinta. Su apariencia cambia y de acuerdo al tratamiento de  las quebraduras, se resalta éste cambio y se percibe como tal. Lo quebrado y reparado, agrega valor a lo estético. Se remarca y se pone en evidencia el quiebre, no se oculta. Ésto le da  un atractivo singular. Cada quiebre es distinto, cada objeto reparado hablará de su propio rotura y reconstrucción. Se trabaja para eso, incluyendo materiales nobles para fortalecer y metales como el oro o la plata para embellecer.
Estemos atentos
Podría ser una metáfora de utilidad para los hombres ( todos y todas) Muchas veces, lo que se rompe o deteriora, se cambia, se tira, se deshecha. No todo puede arreglarse en terminos de los vínculos humanos.Tampoco se descartan los afectos gratuitamente. Agregarle valor a la reconstrucción es toda una ideologîa del cuidado. Es una concepción que da cuenta de las necesidades basicas humanas. Permite creer.
Creo que la resiliencia viene de la mano de la índole de la reparación. " Todo lo que hiere profundamente,  debilita". Después de una fractura, metafóricamente hablando,  quedamos como un objeto endeble. Los Japoneses reparan, fortifican y valoran. Mi homenaje a las reparaciones japonesas. Podríamos copiarlos? En vez de festejar " Halloween"," St Patrick", St. Valentine les sugiero un poco de Kintsugi y humanidad.
RESILIENCIA
(
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro.
Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi.
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.
Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.
¡Cuán importante resulta el enmendar!
Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud...
La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.
- EDU WIGAND
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viernes, 2 de mayo de 2014

De los temas para grupos de reflexión

Soy psicóloga desde hace 35 años, y desde hace mucho tiempo me dedico a pensar y trabajar en los procesos que se desarrollan en la gente en relación con el paso del tiempo. Lo primero que quiero señalar es que los temas referidos a este concepto deberían ser trabajados en grupos, no de terapia sino de reflexión.

Este encuadre enriquece, alivia, vence los miedos; por ejemplo, la coincidencia y el hallazgo de similitudes, hecho que sucede, suele arrancar risas en los participantes y ayuda a desdramatizar ciertos acontecimientos, que en general suelen ser vividos, como problemas personales y no comunes a muchos.

La etapa del envejecimiento es de sentimientos y emociones fuertes a su manera; se presentan nuevas problemáticas que a su vez nos enfrentan con la necesidad de encontrar nuevas resoluciones, y estas surgirán de nuestras posibilidades de reflexionar, metabolizar y enfrentar lo que nos sucede. Por mi experiencia, sé que el resultado de estos encuentros es muy fructífero. Me propongo editar el material recopilado en ellos, con la intención de difundir las ideas de todos los participantes, para ayudar a otras personas y también por el placer de generar algo que hayamos construido juntos.

Las preocupaciones a las que aludo son:

1. La vida como proceso de apego y desapego.

2. Cómo me despego de viejas creencias que por ser antiguas no son funcionales en este momento, y generan incomodidad así como limitan la libertad.

3.Vejez de los padres. Necesidad de atenderlos y ocuparnos de ellos. Angustias y dolores en esa etapa.

4. Criterios con respecto a la maternidad y a la paternidad. ¿Qué es ser buenos padres cuando los hijos son adultos?.

5. ¿Independencia o alejamiento de los hijos adultos?

6. Cómo ser madre/padre de adultos.

7. Casamiento de los hijos. Nuevas relaciones con una nueva unidad familiar, la de los hijos, que es familia pero es otra y diferente.

8. Hijos varones.

9. Las hijas.

10. Los nietos.

11. Las nueras.

12. Los yernos.

13. Envejecer, sí. Liberarse, también. Proyectos, aceptaciones y rechazos del envejecimiento.

14. Las parejas de muchos años y los nuevos pactos a negociar.

15 ¿Envejece la mente?

16. Envejecimiento del cuerpo, los achaques.

17. Las familias ensambladas.

18. El dinero en las familias tradicionales y en las ensambladas.

19. Miedo a la enfermedad, el deterioro y la muerte.

20. ¿La jubilación del trabajo o de la vida? Tiempo libre. La importancia del contacto con otros .

21. Cómo manejar la intolerancia creciente y el fastidio.

22. Los hijos, ¿saben lo que nos pasa a esta edad? ¿Deberían saberlo?

23. Difusión y denuncia acerca de la actitud de muchos con respecto al trato de la palabra, las ideas y los aportes de los mayores. Búsqueda de valorización. Ser viejo no es ser niño ni tonto.

24. Acercamiento de los jóvenes al intercambio con los mayores. Enriquecimiento mutuo.

Importancia de que los mayores tengan una actitud proactiva con respecto al aprendizaje de lo nuevo.


26. Manejo de la informática como condición para no caerse del mundo.

miércoles, 23 de abril de 2014

De la amistad en "los tiempos de colera"


 Mi agradecimiento y disculpas a García Márquez por la adaptación del título de su obra.


La razón por la que hablo de "los tiempos de cólera", es que veo con frecuencia en los adultos mayores una gran irritación hacia lo que no les gusta o les molesta.



Pido ayuda a los que lean este blog: colaboren en desentrañar las razones de la intemperancia que muchos adultos mayores manifiestan.



Constituye una creencia equivocada el pensar que las personas grandes son "calmas".

Puede ser que nos asemejemos en algo a los ancianos japoneses. Ellos, a lo largo de su vida, han estado bajo la presión de normas culturales muy estrictas, donde el interés corporativo prima sobre el interés individual. Por lo tanto, parece que en la vejez se permiten conductas y exteriorización de apreciaciones que no se permitieron antes (Ref. Amelie Nothomb).

No es nuestro caso, no sufrimos tales presiones culturales. Pero lo que sí creo que sucede en nuestra sociedad, es que a lo largo de la vida, las personas intentamos agradar como forma de ser aceptadas y queridas; por lo tanto, es una exigencia de otro orden pero exigencia al fin.

También hay una diferencia importante según el género del que hablemos.

Las mujeres, en general, conocen más de este tipo de actitud de intentar lograr la aceptación y cariño. No olvidemos que aún hoy la cultura machista tiene una influencia importante.

Pienso que si bien no somos como los japoneses, que se desatan en la vejez y se permiten manifestar lo que antes no hicieron a lo largo de su vida joven, observo en nuestro entorno a muchos adultos mayores que ya no sostienen la represión verbal y el cuidado que solían mostrar.

Entre los japoneses, el respeto de las jerarquías, el lugar de la ancianidad, es diametralmente opuesto al de la sociedad occidental y el lugar de la vejez goza de otra valoración y protección que la concebida entre nosotros, al igual que el lugar de los hijos es diferente que en nuestra cultura. En ese encuadre es que los hijos tienen la obligación moral de respetarlos, ampararlos y hasta de vivir con ellos en su vejez.

Pero, congéneres: ¡ATENCIÓN! Con nuestros hijos en general nos cuidamos, el miedo no es sonso. Ellos, que no son japoneses, les parecerá un chino aguantarnos, y es de marcianos para nosotros y para ellos vivir juntos el día de mañana. Además, ¡Dios no lo permita!!!

Pero como somos mayores pero no tontos (o eso creemos) descargamos nuestra irritabilidad con los amigos o con las parejas. Esto lamento comunicarles que es "muy tonto". Ya que nuestros maridos/ mujeres  y amigos son nuestra verdadera compañía.

¿Qué pasa con los viejos amigos? ¿Qué pasa con nuestra afinidad histórica?. Muchos de ellos se pierden en el camino del disenso. Es doloroso. ¿Es inevitable?

lunes, 21 de abril de 2014

De la edad




Esta mañana leí algo que me encantó: "quien no descubre el verdadero sentido de una edad, queda condenado a vivir lo peor de ella".
Esta reflexión me llevó a preguntarme qué era lo mejor de la edad que estoy transitando –66 años– y por qué.
Lo primero que se me ocurrió es que disfruto enormemente de las cosas que quiero hacer y además quiero hacer muchas cosas que antes no me interesaban. Me encanta leer en idiomas diferentes a mi lengua materna, me entusiasma hacer manualidades para mis nietos, me divierte tejer, me atrae escribir, disfruto mi profesión, me sigue encantando hablar con mis amigas significativas que son otras que las que lo eran tiempos atrás.
Me genera interés trabajar en un proyecto en relación al cambio de paradigmas con respecto al envejecimiento, en el que se piense al adulto mayor con parámetros actualizados y no con los tradicionales, del estilo: sinónimo de enfermo, imposibilitado, disminuido, carente, idiota o infantil. Este es el modo generalizado de pensar la vejez en nuestra cultura. Lo peor es que los adultos mayores también lo creen.
Una lectura anacrónica de cualquier hecho da un diagnóstico de la situación errado y falso. Ghandi decía: "Una mentira creída por muchos no la transforma en verdad". Hay que tener cuidado con los modos de pensar, porque los hechos son según uno los piensa.
Hay un prejuicio en el que se afirma que, con el paso del tiempo, la disminución de la actividad motriz, o de los sentidos, de la vista o del oído, en cuanto a potencia, es leído como discapacidad. Lo que yo creo es que la merma de las funciones nos habla de disminución en relación con lo que podíamos lograr antes, pero de lo que fundamentalmente nos habla es acerca de la diferencia. Lo que antes podíamos hacer, por ejemplo, ver bien y sin anteojos, ahora nos cuesta más o no podemos hacerlo, pero lo que sí podemos es entender las cosas de otra manera, sin apremio, sin tantas dudas, con convicción de lo que pensamos y pudiendo hacerlo profundamente fundamentado. Si nos demuestran lo contrario, lo podemos aceptar sin sentir por eso que no valemos o que seremos desacreditados o criticados.
Claro que como toda reflexión no puede generalizarse, no todos los adultos mayores lo piensan así o lo pueden plasmar de este modo, pero lo que queda clarísimo es que hay tantas diferencias entre nosotros los mayores como entre los jóvenes. El grado de reflexión, introspección, autoestima, vivencias, constitución genética, educación, familia, etc., hace a las diferencias humanas, más allá de la edad que se transite.
Lo que creo que lleva a la posibilidad de pensar de un modo abierto y sin añoranzas "de lo joven" es haber vivido todas las etapas cronológicas, aun sin respetar la secuencia consensuada para la época que nos tocó vivir. A mí me costó pero no dejé asignaturas pendientes. Personalmente yo fui una chica con responsabilidades grandes, luego una grande con obligaciones asumidas de muy chica y desafíos a enfrentar. Me reí mucho, me divertí mucho, sufrí un montón, tuve muchos miedos y ahora soy una mujer de 66 años con muchas preguntas, algunos sinsabores y dolores, algunos miedos pero, sobre todo, mayor confianza, tranquilidad y muchos motivos de alegría. No añoro el pasado. Fue bueno y malo, como todo lo que se da en la vida que siempre implica los pares opuestos. Lo que me parece importante es que prevalece lo positivo.
Dentro de mis elucubraciones, pensé en la afectividad del mismo modo que a veces pienso en el cerebro. Mi teoría es que cada uno de nosotros venimos dotados con una especie de máquina fotográfica en nuestra cabeza. Esa máquina tiene las más diversas potencias y posibilidades de captación. Cada uno funciona con la que le ha tocado, más algunos aprendizajes, que contribuyeron a ampliar el ángulo de la toma que se quiera hacer. Pero cada máquina capta un aspecto de la realidad y probablemente la verdadera imagen sea la sumatoria de lo que captaron la totalidad de las cámaras. En lo afectivo, ¿no será igual?



viernes, 28 de febrero de 2014

Del contacto

El contacto es una de las necesidades primarias de la vida. Su ausencia provoca dolor psíquico, consciente o no.                                                                                                                                                        Pasé mucho tiempo observando, escuchando y percibiendo en mis pacientes como en mi persona, los efectos maravillosamente sedativos del contacto amoroso con otro ser humano. Un abrazo, la percepción del calor del otro actúan muchas veces como un bálsamo para el corazón.

En el discurso de muchas mujeres aparecía reiteradamente, ante la ausencia de pareja,  la queja por la soledad y un dolor hasta físico por esa privación . En los varones es menos evidente el malestar porque una relación sexual puede cumplir esa función y hay una menor exigencia de sentirse querido a la hora del sexo. Para las mujeres de mi generación, un " te quiero" o pensar que esa relación es mas que un contacto físico era muy importante. Las cosas han cambiado mucho y las mujeres tiene conductas mas parecidas a lo que antes se adjudicaba básicamente a los hombres. Las necesidades de los dos géneros son parecidas pero diferentes, los hombres necesitan contacto también pero es harto evidente,  para mí gracioso, ver como la presencia de una mujer dotada de una buen busto y de una atractiva parte de atrás hace que sus ojos se desvíen en esa dirección de una manera irresistible y esto los convoca. La testosterona hace lo suyo. Los pechos femeninos son a ellos, lo que las vidrieras a muchas de nosotras. Esta mirada del hombre marca y alude a una de las diferencias.

El hecho de provenir de una matriz materna, con una temperatura cálida en su vientre, el latido de su corazón, la alimentación vía cordón, evidentemente nos muestran la necesidad de un ámbito de esas características para llegar a ser y nacer. Los seres humanos reeditamos en nuestros vínculos amorosos, sin consciencia,  ese clima de gestación. que va tomando otras formas de contacto, que son las posibles y armónicas según la etapa evolutiva que estemos transitando.

                                                                   Ante la angustia que presentaban muchas de las que me consultaban y al escuchar lo que  relataban, pude dilucidar  el motivo de estas sensaciones dolorosas y nostálgicas que sentían y que no tenían claramente identificadas como ausencia de contacto. Al poder catalogarlas como naturales y que  aludían a tener hambre de cariño las aliviaba en parte. No era un contacto sexual lo buscado o necesitado,  sino una cercanía cálida en la que lo físico participara. Pero con quién, sino con una pareja, el adulto se permite estar como Dios lo trajo al mundo fusionado en un abrazo prolongado ( tal vez dormir así ) o en un mimo profundo y envolvente que reedita la condición de nuestro propio ámbito antes de nacer. Es más allá de lo sexual.
Cuando se tiene esta provisión no nos damos cuenta y casi no registramos su importancia.
Muchas veces en la búsqueda de esta calidez se entablan relaciones, que no son significativas, pero a las que se accede por la falta de este suministro.
.
En la vejez sin duda esto sucede y parte de esta cercanía y contacto la cubren los nietos que con su alegría al vernos, sus gestos, sus manitos abrazando,  contribuyen a llenar ese espacio tan necesario para la vida, que es el contacto.Otra alternativa posible y que suma es: animarse a ser cariñoso con los amigos, dar abrazos, recibirlos. Debemos soltar  las palabras de afecto al prójimo, no nos debemos cuestionar nunca el hecho de dar algo positivo a los de nuestro entorno y la ternura, lo es. Prediquemos con el ejemplo, hagámoslo. En caso de mucho hambre de contacto háganse dar un buen masaje. A falta de pan buenas son tortas.

miércoles, 26 de febrero de 2014

De las desilusiones que ilusionan ( español y a continuación en inglés)

Para hablar de la desilusión primero quiero referirme a la ilusión. Buscando la definición de ilusión - no en un libro de psicología- me sorprendí de los significados que aparecen el  diccionario de  la Real Academia Española:
(Del lat. illusĭo, -ōnis).
1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.
4. f. Ret. Ironía viva y picante.
Desde ya " chapeau" por la definición tan contradictoria y tan real. Contradictoria, con respecto a lo que creemos vulgarmente que es una ilusión
Para mí, como para muchos, las ilusiones eran el norte hacia donde dirigir las acciones para poder plasmarlas en hechos.¿Como se forman las ilusiones? Las ilusiones están ligadas a lograr metas valoradas. En general esas metas no son elegidas con conocimiento de lo que se elige, sino que se crean en base a lo que los individuos creen que las  personas significativas y el medio sociocultural espera de ellos.  Al cumplirlas las personas intentan afianzarse en su autoestima y  esta confianza en sí mismo se cree lograda si se piensa que se ha cumplido con las expectativas puestas sobre uno. ¿Como se logra ser querido por el entorno? No es fácil este proceso. Depende de las características de los sujetos y de las del entorno. Y aquí vienen como anillo al dedo las definiciones de ilusión ya que si esas ilusiones no son mas que producto del engaño de los sentidos, y no están dotadas de una verdadera realidad - y a la vez su cumplimiento parece altamente seductor y para lograr su fin "nos complace la ejecución de una tarea o de una cosa"-, pero en definitiva estamos plasmando algo que desconocemos.
En realidad, como dice una de las acepciones, hay una esperanza que "parece".... Cuando somos jóvenes no sabemos a ciencia cierta si nos complacerá el resultado de lo que decidimos emprender porque hay una mirada muy inocente acerca de los temas que debemos enfrentar en la vida.
Tomare a la familia a modo de ejemplo.
En la época que me tocó vivir, las elecciones de pareja se hacían alrededor de los veintitantos años. El elegir una pareja y tomarla en serio implicaba la posibilidad de formar una familia y la familia se forma teniendo hijos. ¿Que sabemos a los 20 años de matrimonio, hijos, familia, vínculos y sus vicisitudes? Nada
Solo sabemos lo que hemos vivenciado con nuestra familia primaria y tenemos alguna percepción de otras familias que nos rodean. Personalmente estuve muy influida por lo que era bueno para mi familia y esto era: ser linda ( hecho muy difícil de lograr solo con las ganas y con standards de exigencia elevados) obediente, ser responsable en los estudios ( entré a la facultad con 16 años ), precoz ( me casé a los 18 años y tuve mi primer hijo a los 19 años y mi segunda hija a los 20 años) defender a la familia ( los defendía  con uñas y dientes), admirar al hombre en general y a mi hermano en particular ( hecho que cumplí a rajatabla hasta los 40 y tantos)
Esto que pude expresar en cuatro renglones estuve 66 años trabajándolo, cambiándolo, sufriendolo y liberándome y hasta aquí puedo concluir que el envejecer desilusiona la ilusión, pero tiene alguna importancia desilusionarse de una mentira?
Todo lo contrario, es apasionante poder creer en lo que uno percibe para someterlo a nuestro criterio e intentar ser equitativo con uno mismo y respetuoso con los demás. No es siempre posible despojarse de lo que quieren que percibas y poder separarse de lo que otros creen importante pero sin fundamento sólido. La ilusión de un mundo ordenado, con sentimientos puros e ideales nobles, es muy linda. Promueve sentimientos generosos, incentiva solidaridades pero "no es cierto".
Por ese motivo pienso que la edad es liberadora para los que pueden ejercitar la autonomía de pensar lo que les parece. Eso sí, creo que hay que poder fundamentar los propios pensamientos y no desilusionarse tanto porque la vida es otra cosa de lo que creímos.                                                                                                           Durante el período de mi formación creí sinceramente en el respeto que les debía tener a las instituciones: familia, autoridad, justicia. Genera un cierto vértigo enfrentarse con la realidad de que ninguna de ellas es impoluta y hay que llenarse de valentía y a veces de dolor para desarraigar tanta creencia profundamente incorporada. Un ejemplo dramáticamente elocuente es la película Philomena. Se muestra con crudeza la ideología dominante y aplastante de unas religiosas irlandesas. A pesar de que estas "monjas"  habían vendido y entregado al hijo de Philomena a una familia, ante sus propios ojos, ella, aun desgarrada por el dolor de esta abrupta separación de su hijo, había incorporado el concepto de pecado que las " religiosas" habían marcado a fuego en ella.¿ Como revelarse ante la autoridad, que insiste en acusar de pecadora  a una muchacha que así lo cree porque lo dice la Iglesia? ¿Como se logra relativizar las palabras del poder?
Con el envejecimiento pasa algo parecido: durante muchos años imperó una creencia en  relación a los adultos mayores que determinó su rol y participación en lo social y económico . En su momento,  jubilación o retiro significaban un modo de sostenernos económicamente . No se cuestionó la influencia que el retiro tendría en nuestra vida, emocional y en nuestros recursos. En este momento dada la longevidad que se ha logrado y la problemática situación económica de los países, sumada a la tasa invertida de crecimiento y a otros muchos factores, se hace necesario salir del antiguo esquema para dar cuenta de una vejez participativa, activa y valorada por la misma sociedad. ¿Como revertir las concepciones imperantes acerca de la vejez y cambiar  los paradigmas actuales, desvalorizantes? Esta es nuestra tarea. La vida es como uno la piensa y si pensamos en nosotros mismos participando en proyectos propios, auguro que tendremos años muy placenteros.


The same text in English

  To speak of disillusionment first a word on illusion. Looking up the definition of illusion - not in a psychology book- I was surprised by its meanings in the Royal Spanish Academy dictionary:
(From lat. Illusio, - ōnis).
1. f. Concept, image or representation without true reality, suggested by the imagination or caused by deception of the senses.
2. f. Hope whose fulfillment seems especially attractive.
3. f. Deep satisfaction in a person, a thing, a task, etc.
4. f. Irony alive and piquant.
Of course "chapeau” for the definition so contradictory and so real. Contradictory with respect to what we commonly believe is an illusion
For me, as for many others, illusions were the north where to target our actions thus turning them into facts. How are illusions formed? They are bound to achieve treasured goals. Generally these goals are not chosen with the knowledge of what one chooses, but are created based on what individuals believe that significant people and the sociocultural environment expects from us. With their achievement people try to reinforce their self-esteem and it is believed that this self-confidence is achieved if we consider that the expectations placed upon us have been accomplished. How can we become loved by the social environment? This process is not easy. It depends on the characteristics of the subject and the surroundings. And here come in handy the definitions of illusion since if those illusions are nothing more than the product of deception of the senses, and are not equipped with a true reality - while their enforcement seems highly seductive and to achieve their end “we welcome the execution of a task or thing " we're ultimately translating something unknown.
Indeed, as explained in one of the meanings, there is a hope that "seems”.... When we are young we do not know for sure if we will be happy with the result of what we have decided to start because there is a very innocent gaze on the issues we will face in life.
I'll take the family as an example.
In my youth, couples were chosen in the twenties. Choosing a couple and taking it seriously implied the possibility of starting a family, and thereby having children. What do we know when we are 20 years old of marriage, children, family ties and their vicissitudes? Nothing
We only know what we have experienced with our primary family as well as some perception of other families around us. Personally I was very influenced by what was good for my family which meant: being pretty (actually a very difficult task to be fulfilled simply by desire and such high standards) obedient, be responsible in the studies (I started university at 16), precocious (I got married at 18 and had my first child at 19 and my second daughter at 20) defend the family (I fought tooth and nail for them) , admire man in general and my brother specially (which a faithfully complied with until my forties)
What I could express in four lines demanded 66 years of work, change, suffering and freedom and here I conclude that aging disappoints illusion; but, is it important to be disappointed form a lie?
On the contrary, it is exciting to believe in what one perceives, thereby submitting it to our criteria and trying to be honest with one-self and respectful with others. It is not always possible to cast off what others want you to perceive and to be able to separate from what others believe important but without firm grounds. The illusion of an orderly world, with pure feelings and noble ideals, is very nice. It promotes generous feelings, encourages solidarity but "it is not true”.
Therefore I think age is liberating for those who can exercise the autonomy to think what they wish. However, I think we should be able to justify our thoughts and not be disappointed because life is so much else than what we thought ………………………………... During my training period, I sincerely believed in the respect owed to institutions: family, authority, the law. It somehow generates vertigo to face the reality that none of them are pristine and it takes a lot of courage and sometimes pain to uproot so deeply embedded a belief. A dramatically eloquent example is the film Philomena, where the ideology of a dominant and overwhelming harshness of a group of Irish catholic nuns is shown. Although these “nuns” had sold and delivered Philomena’s son to a family, before her eyes, even torn by the pain of this abrupt separation, she had incorporated the concept of sin that this "religious "women had branded upon her. How to stand up against an authority, which insists of calling sinful, a girl who thinks this is true because the Church says so? How can the words of power be disregarded?
With aging something similar occurs: for many years a belief prevailed in relation to older adults that determined their role and participation in social and economic affairs. Some time ago, retirement or pension meant a way of supporting ourselves financially. The Influence that the withdrawal would have in our emotional life and in our resources was not questioned. Nowadays, given the longevity achieved and the world financial difficulties, coupled with inverted growth rate and many other factors, it is necessary to leave the old scheme to account for a participatory, active and valued by society old age. How to reverse the prevailing conceptions of aging and change the current demeaning paradigms? This is our task. Life is as we think it and if we consider ourselves engaged in personal projects, I predict that we will have very pleasant years


jueves, 13 de febrero de 2014

Agradecimiento y comentario

He recibido muchísimos comentarios elogiosos y confieso que me alegraron muchísimo. Lo que también me gustó es que encontraron que  el blog es valiente, ya que posibilita expresar lo que muchos callan. Les agradezco enormemente. Quisiera saber porque lo hacen de forma anónima. Esto imposibilita mi repuesta personalizada. Pueden también generar un mail con un nick name para que pueda responderlos. Incorpore un gadget donde pueden introducir vuestro mail, que no será publico, solo le permitirá al sistema que les envíe automáticamente información sobre publicaciones nuevas de mi blog.
Anímense a personalizar los comentarios, aunque sea con un nombre de fantasía para que pueda ir incorporando temáticas que les preocupe o interese.
Para los que están en el exterior, porque no pensar en armar pequeños grupos de reflexión por Skype?

miércoles, 12 de febrero de 2014

Un caso de depresión? Una historia de vida femenina

Este trabajo lo he presentado hace muchos años en unas jornadas. Obviamente ninguno de los nombres, edades  y/o actividades son  los de mi paciente o su familia.!!! Advertencia ¡¡¡ El que no es profesional en psicología puede llegar a aburrirse a la mitad del trabajo o tal vez antes. 

 Miguel De Unamuno, en su libro Niebla, dice "…Los hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías porque esas penas y alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños acontecimientos. Y la vida es esto, la niebla…." . Yo creo que nosotros, terapeutas, trabajamos junto a nuestros pacientes con los relatos que ellos nos hacen de sus vidas, o sea que al decir de Unamuno con la Niebla, intentando desentrañar de ella a los pequeños grandes acontecimientos que marcan sus creencias, condicionan  sus conductas y modelan su afectividad.

El propósito de este trabajo es reflexionar acerca de la problemática, La Niebla, de muchas mujeres que presentan síntomas depresivos y que están estrechamente relacionados con su posicionamiento vital.  

Esta es la historia de María o cualquier otra envuelta en su propia Niebla. María proviene de una familia de clase media. Hija mayor de tres hermanos. El único varón era su hermano del medio, Ignacio, al que ella le llevaba dos años. Carolina es la hermana menor, con una diferencia de dos años con su hermano Ignacio y de cuatro años con María. A Ignacio le diagnostican a sus seis años una patología neurológica con un pronóstico de deterioro creciente en sus funciones, y así fue que poco a poco no pudo caminar, debía ser transportado en silla de ruedas. Esta enfermedad  lo llevó a la muerte a los diecisiete años. Desde la leyenda familiar, María relata que a causa de este diagnóstico la madre comienza a tomar alcohol por un período muy corto, razón por la que asiste a Alcohólicos Anónimos donde logra su recuperación y sigue asistiendo hasta el momento. Describe a su madre como pasiva y a su padre como un hombre muy ligado a su mujer en una relación simbiótica y con dificultades para tener una estabilidad económica, con una actitud dispendiosa que lo hace correr riesgos patrimoniales.
Indagando su historia vimos cómo la enfermedad del hermano y la aflicción que generó en sus padres marcaron en María la necesidad de ser una chica que no trajera problemas; ya era suficiente para sus padres la enorme preocupación por el destino de su hermano y, además, sus propios temores por la salud de su madre. Obviamente nada de esto era consciente. María se describe como una chica muy dócil, querida y mimada por sus padres. Le iba muy bien en el colegio pero para sus papás no era muy importante, ya que María  se casaría y eso era lo más importante para ellos; y lo que era importante para ellos también lo era para sí misma. Esto nunca fue dicho pero estaba sobreentendido.
Cuando creció, ingresó a la universidad. Estudiaba y simultáneamente trabajaba, tenía 18 años. Su única experiencia de pareja anterior al matrimonio es la de haber salido con un chico muy divertido y ella acota "que él fumaba marihuana". En este contexto, a las pocas semanas de cortar su relación con él conoció a un muchacho muy serio, buen mozo y emprendedor y que al poco tiempo le ofreció casamiento; ella lo aceptó encantada. Ahora se cumplirían los anhelos suyos y de los padres. María nunca había pensado en qué implicaba el hecho de casarse, nunca se le ocurrió que ella podía y debía pensar acerca de su propia vida, cómo quería que fuera.
Y éste es un hecho muy común, es una creencia que tuvo y aún tiene el aval social, que se asemeja a los cuentos infantiles, donde es habitual que el final de una historia sea el casamiento y como consecuencia se predice una vida feliz, comiendo perdices y “colorín colorado el cuentito se ha acabado”.
Pero la verdad, es que con el casamiento no sólo no acaba ningún cuento, sino que es donde se inaugura otro capítulo de la vida, supuestamente adulta, tal vez el más importante y fundante, en la medida que se forma una familia y con el advenimiento de los hijos se estrenan funciones y lazos a perpetuidad.
 En María el casamiento implicó no sólo dejar la casa de sus padres, sino que también dejó sus estudios, dejó su trabajo y nada de esto se hizo con pena. La vida de algunas  mujeres que se casan es así; abandonan todo para dedicarse al marido y a los hijos, y además, si sienten nostalgia y malestar, aunque sea tardíamente, por tanta renuncia sin consciencia, se asombran de lo que les está pasando. Se preguntan: ¿Me estaré volviendo loca? ¿De qué me estoy quejando?
El único ejemplo vívido que ella tenía de ser la esposa de alguien era el de su Mamá. Su Mamá a su vez había aprendido a ser mujer de su propia Mamá, o sea de la abuela de María; y todas ellas, que no habían pensado en este complejo proceso, se deslizaban al matrimonio asintiendo sin saberlo, que el marido era aquel que se ocupaba de las decisiones importantes con respecto al trabajo, al dinero y de paso a la vida en general.
María pasó de la dependencia de sus padres a la de su marido. Lo que era una modalidad consensuada en época de su abuela fue cambiando en forma imperceptible en época de su madre e indudablemente en la época que a ella le toca vivir.
María nunca había pensado que ella tenía que pensar qué quería ella para ella, si le gustaba esto o aquello, si lo quería hacer así o asá o si compartía criterios con su marido. Se querían y gustaban y eso era suficiente.
Su vida de casada se fue desenvolviendo como Dios manda, esto quiere decir como ella había aprendido que debía ser.                                                 
Tuvo tres hijos, siempre estaba muy atenta a sus necesidades y muy pero muy ocupada, cumpliendo con todo lo que ella creía que quería y se esperaba de ella.
En un momento dado María empezó a sentirse muy triste, con muchas ganas de llorar y no sabía por qué. Tenía supuestamente todo lo que creía que debía querer: un marido que se ocupaba de lo económico exitosamente, tres hijos, que a su parecer eran divinos, de once, ocho y cinco años, salud, una casa muy agradable, auto, vacaciones, viajes, salidas entretenidas con amigos del matrimonio. En este momento, a sus 32 años llega María a la consulta psicológica.
Relata no tener ganas de hacer nada, no come, no duerme, tiene ganas de llorar todo el tiempo, siente que hace todo mal, se olvida de hacer cosas, se irrita fácilmente. Ella decía "…me desconozco, no parezco YO". Comenta al pasar que si está viendo televisión y escucha que llega su marido se incorpora inmediatamente y aparenta estar arreglando placares. Refiere haber tenido algunas discusiones con su marido y él la ha insultado, además nota que no puede disponer dinero con cierta libertad ya que todo lo debe consultar con él. Sus fines de semana los detesta, está sola llevando a los chicos de aquí para allá y su marido, al que le encanta  jugar al golf, dispone de esos días para su deporte, del que ha llegado a ser campeón.  Ella piensa "…Claro, trabaja tanto que bien merece este esparcimiento”.

María está perdida, desvalorizada, anónima para ella misma. No sabe quién es , ni qué quiere.
Podemos seguir el despliegue de sus de creencias arraigadas puestas en acción. Comienza su matrimonio sintiéndose querida y halagada por su marido. Nacen sus hijos como consecuencia natural de haberse casado, se ocupa naturalmente de ellos, es natural pasar noches en vela a su lado, es natural aprender sus necesidades, contenerlos, impulsarlos, enseñarles cada una de las cosas que van aprendiendo. Es natural estar atenta a su salud, alimentación, vestimenta, rendimiento escolar, vida social y deportiva. Es natural que la casa funcione estando abastecida, con la ropa al día, las camisas del marido planchadas y sus pantalones de tintorería, es natural que los arreglos de los desperfectos hogareños que sucedían fueran subsanados rápidamente, es natural llevar la agenda familiar y social de los cumpleaños convirtiéndose en la memoria de hijos y marido efectuando las compras de los regalos respectivos, y estar atenta a su familia primaria como así también a su familia política y etc., etc., etc.

Todo esto que se describe como natural deja de ser importante, porque sólo es lo que se debe hacer. Y si para colmo de males estas mujeres tienen una empleada que las ayuda, mucho peor; ahí si que su desempeño es evaluado como nulo. Parecería que la tracción a sangre es la medida del sacrificio y el parámetro de lo valioso. Este punto es relevante con respecto a las creencias femeninas, ya que veo con enorme asiduidad que lo que está ligado a la acción y al cansancio físico o psicológico por las tareas relacionadas con lo cotidiano de la casa y la familia les está vedado reconocerlo a ellas mismas, pueden admitir que sus maridos sientan cansancio en sus respectivos trabajos y deleguen tareas, pero para ellas, tener ayuda lo viven como una comodidad que les quita mérito. Hecho que los maridos confirman.

Convengamos que es poco frecuente que en la vida diaria se halague explícitamente a la mujer porque los chicos estén bien o porque la casa funcione. Esto es  lo que corresponde. Tampoco nadie piensa, ni ella misma, que también se puede decir: Claro, trabaja tanto que merece algunos momentos propios, para lo que ella decida.
Nada de lo que ella hacía tenía valor. Ella lo creía así. Todo este proceso se fue desarrollando a lo largo de 12 años de su vida donde también es natural que en el fragor de la rutina se interrumpan, por tácitos, los sentimientos explícitos de afecto y de halago.
 María no había incorporado aún el ingrediente fundamental que es "ser ella misma" que es lo que necesitamos también los adultos para sentirnos bien, no confundirnos con el otro, ejercitar nuestra libertad de pensamiento y acción, poder fundamentar lo que queremos y sentimos y ser respetados y reconocidos por eso. Necesitamos sentir que existimos. Recuerdo un paciente que me decía "…Porque yo con mi mujer, juntos, codo a codo, somos mucho más que dos; y recuerdo que le contesté que ahí justamente residía su problema, ya que solo se sentía mucho menos que uno…" Y así se sentía María, menos que uno y no existía el codo a codo.
Este proceso que consiste en estar atento a la propia existencia parecería ser muy natural, pero no lo es. Es interesante ver cómo, cuando nunca se ejercitó el identificar y reconocer los deseos propios, aparece una sensación de discapacidad para lograrlo; y realmente no es fácil, porque esos deseos andan entremezclados con los deseos de los otros significativos, y aquí aparece un área de trabajo fundamental que es la discriminación.
Estos procesos de búsqueda de la propia identidad y de una identidad valorada siempre son costosos, pero aún lo son más cuando se deben concretar al lado de un marido que a su vez viene con sus propios mandatos histórico familiares y opone resistencia al cambio.                          

   Otro de los aspectos importantes a tener en cuenta es que a las mujeres que acceden a la maternidad sin haber alcanzado una autonomía personal les resulta enormemente difícil la crianza de sus hijos, ya que, al ser ellas aún niñas emocionalmente, hace que la tarea de educar sea una materia conflictiva y generadora de enorme inseguridad, ansiedad, angustia y cansancio. En general no se sienten tranquilas con los límites que ponen, dudan acerca de lo que corresponde o no y esperan muchas veces que los maridos  las ayuden con esto. Éste es otro flanco de labilidad que la mayor parte de las veces lo traen a la consulta lateralmente sin registrar el cuantum de energía y aflicción que esto les provoca.

 En el caso de Juan, el marido de María, él provenía de una familia en la que los roles de los hombres eran fuertes, igual que en la familia de ella." Refiere que el padre de Juan era muy autoritario.      
Veamos cómo se armó la pareja de María y Juan; al casarse formaron lo que yo he dado en llamar una Sociedad de Responsabilidad Compartida en la que la división de tareas está acordada tácitamente, ya que de esto no se habla en general cuando las parejas son muy jóvenes; para los fines prácticos, fue así: María manejaría la casa, los hijos y lo social, y él trabajaría para sostener económicamente este engranaje. Si suponemos que esto que se estipula sin hablar y sin saber, supone que los dos miembros de esta sociedad tienen un acceso libre y equitativo a todo lo que vienen desarrollando individualmente, ya que de eso se trata una sociedad, nos estamos equivocando. Lo que sucede habitualmente es que se rigidifican los roles y la mujer queda aislada de la vida productiva económica de su marido, en una palabra, del mundo del afuera; y el marido queda excluido de la educación y la cotideaneidad de los hijos y de la casa, en una palabra, de la dinámica del adentro. Es usual que las mujeres sientan a sus hijos y a la casa mucho más de ellas que del marido y que el marido sienta que su empresa, su trabajo, el mundo laboral, es de él. Vemos cómo los estatutos, nunca explicitados, de la Sociedad de Responsabilidad Compartida, generaron un atrincheramiento de cada uno en funciones que fueron adquiriendo una rigidez nociva. Parecería que se ha convertido en una Sociedad de Responsabilidad Limitada.
Lo que encontramos en este punto es que ya ninguno de ellos tiene 20 años, están transitando los treinta y pico, ya no hay bebés en la casa, la exigencia del adentro va cediendo paso a otras necesidades y alguno de los miembros de la pareja confusamente empieza a no entender cómo se llegó hasta aquí. En este caso María denuncia con su malestar su disconformidad.

 María fue transitando por diferentes momentos en su terapia, en la que se trabajó su sobreadaptación a las normas para no traer problemas y ser querida por ello, el esfuerzo que realizó siempre negando el desplazamiento que había sufrido, no sólo por el nacimiento de su hermano sino porque además venía con una enfermedad que capturó y supuestamente enfermó a su madre, y la rabia que le produjo esto. Se le mostró el comienzo de la desvirtuación de sus sentimientos, ya que para  ayudar a cuidar a su hermano, a pesar de que le diera vergüenza, pensando que era mala por sentirse avergonzada, lo paseaba por las calles en su silla de ruedas. Pudimos relacionar en parte su casamiento precoz, a sus 19 años, como una forma de alejarse de tanto dolor familiar por la muerte de su hermano. Vimos que la elección de Juan representaba un modelo distinto del de su padre en cuanto al desempeño económico, razón por la cual ella se desentendió de sus propias actividades en las que había sido exitosa; ahora podía seguir el modelo materno de dependencia, Juan era confiable, incluso para cuidar a sus padres. Se trabajó el vínculo con sus padres en el que su rol era de hija/madre, ya que si bien los idealizaba, por otra parte captaba su condición endeble de forma no consciente y por eso los cuidaba y no quería llevarles problemas, por el contrario, se los solucionaba. Se trabajó sobre la modalidad silenciosa de su familia, ya que no decían nunca lo que les estaba pasando y María estaba siempre atenta para descubrirlo, y cuando lo descubría se hacía cargo: como ejemplo, este padre dispendioso sin comentar llegó a endeudarse al punto de casi perder todo, debió recibir ayuda económica de ella y de su marido y nunca más mencionó esta deuda. Su madre callaba. Se trabajó cómo la presencia de sus síntomas la protegían de tomar una conducta activa de enojo con lo que no le gustaba en general y con su familia primaria y su marido en particular. Se cuestionó fuertemente sus creencias acerca de lo que era natural y de lo que era importante. En este punto se ve con muchísima claridad cómo el valor cultural-social asignado al trabajo del afuera, del mundo laboral en este caso del hombre, desvirtúa el accionar de las mujeres que se avocan a las tareas del cuidado de la familia, ya que para mostrarle a María cómo ella desvalorizaba su trabajo cuestioné con humor la actividad del marido del siguiente modo: María, vos decís que tus actividades no son importantes porque tenés ayuda para el trabajo pesado y por eso no tiene valor. Quiero preguntarte sobre la actividad de tu marido, me has dicho que él tiene negocios donde vende ropa de mujer que ellos fabrican, no? Tu marido corta esas prendas?, las cose?, limpia los locales personalmente? Hace las vidrieras? Limpia los baños? Obviamente la respuesta era que no hacía nada de todo esto, sino que era el que pensaba y delegaba tareas y diseñaba estrategias de venta, supervisaba la calidad y controlaba el rendimiento y la expansión de su empresa. Esto sirvió para mostrarle cómo ella se pensaba a sí misma y cómo lo pensaba a Juan. Ya que con sus respectivas empresas, ella la casa y él en sus negocios, funcionaban de un modo similar. Se trató de darle confianza en sí misma valorando en su medida todos los esfuerzos realizados en relación con sus hijos y recalcando el esfuerzo doble que esto implicó para ella, ya que a su edad, mientras se encontraba cambiando pañales en su casa, el resto de sus amigas ocupaban su tiempo bailando o yendo de aquí para allá haciendo experiencia. Se valorizó el coraje que tuvo para adquirir tantas responsabilidades sin haber tenido el tiempo suficiente para ella de transitar más libre por la vida y de ese modo desarrollar lo que ahora estaba desarrollando, que es el permiso de ser ella. Pudimos hacer foco en el tema de la educación de los hijos y los límites, ya que parte de su agobio era solucionar cada requerimiento de los hijos como cuando eran bebés, y aquí se trabajó la importancia de poder adoptar conductas nuevas para nuevos acontecimientos. Los chicos no eran bebés y ella ya no tenía veinte sino treinta.
Se hizo hincapié en la fuerza de lo cultural inyectado vía familia acerca de los roles femeninos y masculinos. Se planteó el concepto de estructura familiar que tiende a mantenerse en equilibrio y que el cambio de uno de sus miembros trae aparejado una nueva coreografía que suscita un enorme malestar. Obviamente, a medida que María se iba revalorizando el marido se enojaba cada vez más. María estaba cambiando, requería tiempo de él, diálogo, comprensión, reconocimiento, tiempo libre para ella y el respeto tanto de su persona como de sus tiempos. Éste fue un momento muy duro para María, ya que su marido nunca había sentido que las cosas no estaban funcionando bien, por lo tanto consideraba los cambios de María como consecuencias del accionar de "estos psicólogos" como él le decía, en este caso Yo. María estaba tan asustada que por momentos ella también creía que era su terapia la que había generado todos estos encontronazos y no que era ella misma la que no soportaba más la angustia con la que estaba viviendo anteriormente. La dificultad para poder discernir lo que admitiría y lo que no, fue muy grande. El hecho de que sus padres pudieran enterarse de sus problemas la angustiaba, debía seguir cuidándolos. Poco a poco algunos de los problemas de su psicología se fueron transformando en problemas de la realidad, ya no está deprimida, se siente bien y activa. Nota la dificultad de ella para decir no, para hablar de sí misma, para hablar de sus padres, para compartir lo que le pasa con amigas. Empezó a hablar más y a poner algunos límites a los chicos y tímidamente a su padre y a su marido. Identifica claramente el proceder de su marido y en algunos aspectos no coincide ni en lo que piensa, ni como lo dice. Retomó sus estudios, comenzó a trabajar y sigue luchando para que su marido acceda a una psicoterapia. Su tratamiento lleva menos de un año y permanentemente se están reforzando sus descubrimientos y señalando sus encubrimientos .

He traído este caso por las miles de Marías que existen y por la gran cantidad que veo en mi consultorio.

Dado mi modo heterodoxo de trabajar, he ido incorporando distintos enfoques para la escucha de mis pacientes. Me ha sido de enorme utilidad tomar en cuenta la variable de género y la incidencia que tiene lo cultural en el desarrollo de estas estructuras psíquicas femeninas, ya que puedo concluir que mas allá de cada historia particular, de cada entramado histórico personal, a pesar de que los tiempos han cambiado, los mandatos femeninos de "obediencia debida" siguen operando aún con la fuerza de la legalidad de lo que debe ser, convirtiendo a las propias mujeres en las perpetuadoras de lo mismo que las sojuzga.

La posibilidad de pensarse autónomas y decidiendo con respecto a su propia vida les resulta impensable a un gran número de mujeres que aceptan sin cuestionar este lugar de sometimiento.

Es indudable que el beneficio secundario de esta postura es sentirse protegidas, aunque no lo estén. He visto muchas mujeres poner en mano de sus maridos su patrimonio personal y luego quejarse que su marido les da poco dinero para vivir, aunque él gaste indiscriminadamente. La idealización del cónyuge, como la de los padres, les permite vivir en un mundo ilusorio de cuidado, transformándolos en más que humanos. Ellas están llenas de dudas y suponen que el hombre no y que los padres tampoco Esta negación las envuelve en una trampa sin salida. Cómo revelarse ante lo que se cree, lieralmente, " ciegamente".                                                                                                                                                                   Esto da pie a mostrarles que valiente no es el que no tiene miedo, sino aquel que lo enfrenta y lo atraviesa.  Los padres no son Dioses, los hombres también tienen miedo. Los hombres también pueden ser sobreadapatados como ellas, aunque ninguno de los dos lo sepa.

La valorización de la actividad de la mujer en la crianza de los hijos y el trabajo que esto conlleva se ve desdibujado por la importancia que tanto hombres y mujeres le asignan a la provisión económica. Este fenómeno justifica a algunos hombres para desentenderse de lo que implica la paternidad en cuanto a compartir con sus mujeres criterios de educación de sus hijos, que también es sumamente importante.

Los hombres, al igual que las mujeres, están atravesados por la cultura, razón por la que quiero recalcar que no se trata de víctimas o victimarios sino de humanidades en sus Nieblas, marcados por las diferentes culturas particulares y englobados en una cultura dominante. El rol de algunos hombres es tan duro como el de algunas mujeres en la medida que están rígidamente designados  para cumplimentar el lugar de la autoridad, sostén económico, fortaleza y etc, etc, etc.  Tema complementario del que hoy expongo, que espero poder desarrollar en otro trabajo.

Este tipo de problemática sigue y seguirá abundando en nuestros consultorios, y será tratada en forma particular, de acuerdo al saber y entender de cada terapeuta. Cada caso obtendrá un grado de éxito determinado, siempre que no fracase el vínculo terapéutico. Pero además del enfoque clínico necesario, y dadas las incuestionables raíces culturales de este conflicto, es algo que sin dudas merece ser tratado a nivel de la PREVENCIÓN.

Es por eso que me parecería de enorme utilidad, a modo de prevención, planificar e incluir en la educación de los jóvenes, como parte de su formación, un trabajo concienzudo acerca de: 1) Incidencia de lo cultural en los roles femeninos y masculinos. 2) Búsqueda de la propia identidad  3) Autonomía responsable 4) Trabajo y matrimonio como proyectos de vida. Que en definitiva es lo que he señalado en los diferentes items de esta presentación.

Para concluir quiero compartir con ustedes, colegas, trabajadores de La Niebla, depositarios de tantas lágrimas de nuestros pacientes, una definición que he extraído hace años de la autobiografía de Frida Khalo acerca del significado de la palabra Lágrimas, que dice: Lágrimas: Negativo de la sangre, en el fondo lo mismo. Fluidificación de las palabras, del cuerpo. Licuación de las heridas cuando no cicatrizan.