lunes, 10 de noviembre de 2014

Envejecer cambiando versus Violencia y Patología

Trabajo presentado en 16º Jornada Anual de Fundación Prosam

Envejecer cambiando versus Violencia y Patología

La idea de presentar este trabajo es compartir con ustedes, colegas, lo que tenemos en común. Con certeza, lo que tenemos en común en este instante es que estamos vivos, y que nunca seremos tan jóvenes como hoy. De modo que el paso del tiempo es un suceso que, además de asemejarnos con el prójimo, caracteriza nuestra humanidad.
 Pero lo sorprendente es que pocas veces nos sentamos a reflexionar sobre esto. En general se vive como algo lejano o angustiante ya que lo que pasa en la vida, es que pasa.
La sociedad de consumo conspira contra nosotros al ponderar con insistencia los atributos que se le asigna estereotipadamente a la juventud.
Genera  confusión en los jóvenes, ya que se promueve un ideal centrado en una imagen de belleza al que, aún  poseyendo juventud, la mayoría  no puede acceder.
Éstas son estrategias de marketing, no son enseñanzas de vida útiles para crecer, desarrollarse y envejecer. Hay que hacer un enorme esfuerzo para cambiar los paradigmas de lo deseable. Dada la magnitud de la difusión de estas creencias, está muy incorporado el rechazo a la vejez. Y esto es violencia.
En general, los mayores renuncian a este estereotipo en principio por imposibilidad que luego se transforma en aceptación, no sin lucha. Poseen menos apetencias de lo externo. Los que no logran elaborarlo, están condenados al padecimiento.
La cultura occidental no rescata la sabiduría de los mayores; esto también es violencia. Todos, si vivimos, llegaremos a ser ancianos.
Por lo expresado nos toca librar dos luchas: una interna, ya que no estamos exentos de haber incorporado los prejuicios acerca de la vejez, y otra externa, con el medio.
Les enunciaré algunas apreciaciones acerca de los adultos mayores: son feos, obviamente se alejaron de la lozanía de la piel y del 90-60-90. Además: no entienden, son lentos, para qué nos sirve su saber si el mundo cambió, nadie aprende con la experiencia ajena, los viejos no escuchan, molestan.
Esto no es cierto. Podríamos decir que muchas personas no entienden ni de jóvenes ni de viejas. Se puede ser pesado o tonto en la vejez y en la juventud como también se puede ser inteligente a la edad que sea. Hay juventud atenta y dispuesta a escuchar y muchos mayores con idéntica vocación. Nosotros, que trabajamos en salud mental, podemos dar fe de esto.
Lo que queda claro es que hay tantas diferencias entre nosotros los mayores como las hay en el universo de los jóvenes.
En general la persona anciana no es respetada. Recuerdo el relato de una conocida quien acompañó a su madre de 90 años al médico porque comenzó a padecer un cáncer: La señora era brillante, fue literalmente una de las dos primeras mujeres egresadas que hubo en el país, de la facultad de ciencias económicas, estaba absolutamente lúcida. En la consulta, el médico en todo momento le habló a la hija, nunca  le dirigió la palabra a la paciente, y de lo que justamente se trataba, era del cuerpo de ella y de su enfermedad. La hija sintió dolor y vergüenza por el lugar en el que la ponían a su madre y se preguntaba como se sentiría ella ante semejante situación. Esto lo hizo un médico, un profesional de la salud. Esto es violencia.

Un pensamiento que figura como anónimo en una publicación de Mercedez Jones, quien también trabaja en Argentina en este tema, me pareció muy significativo: “Quien no descubre el verdadero sentido de una edad, queda condenado a vivir lo peor de ella".                                                                                                    Lo que se necesita, en el transcurso de envejecer, como a lo largo de toda la vida, es flexibilidad para acompañar los cambios. Y la toma de conciencia de que es necesaria nuestra participación activa a lo largo de la vida.

En el envejecimiento se da un proceso parecido e inverso al que sucede en la adolescencia. En la adolescencia se transforma nuestro físico ganando aptitudes que nos cuesta mucho incorporar, con la consecuente inseguridad física y emocional, propia de esa etapa. En la vejez se van perdiendo esas aptitudes y también se transforma nuestro esquema corporal y nuestra visión de nosotros mismos. Esto genera una enorme confusión con respecto a cómo somos. El envejecer, por lo menos hasta la edad que estoy transitando y de la que puedo dar testimonio, no es un estado que se adquiere de una vez: es un proceso. Hay, más que nada, un interjuego en el cual vislumbramos lo que nos está sucediendo, pero esas visiones alternan con momentos en los que no nos damos cuenta, y seguimos viéndonos, en nuestro interior, como éramos antes, mucho más jóvenes. Lo que afortunadamente acontece es que ahora, a pesar de este duelo por la juventud, nos reconforta la seguridad mayor con la que contamos. No tenemos el mismo packaging, pero el contenido en general, es más rico y más sólido.

Lo que creo que lleva a la posibilidad de pensar de un modo abierto el envejecimiento y sin añoranzas "de ser joven" es haber vivido todas las etapas que conocemos como cronológicas, aun sin respetar la secuencia consensuada, para la época que nos tocó vivir. Pero hay que vivirlas. Quien de joven no trota, de viejo se desubica o se asusta.

Los mayores de 60 años somos los de aquella  generación de posguerra (1943/1953), la del Baby Boom, donde hubo una explosión de la natalidad tanto en países como EEUU, Canadá, Nueva Zelanda entre otros y también en los países en desarrollo. Somos los pioneros, por la magnitud en número, en transitar la vida con este grado de longevidad.
Si la expectativas de vida son de alrededor de 82.4 años en Europa y 76 años acá y nos retrotraemos a evaluar lo que hemos hecho desde los 40 años hasta los 60, surgirá de por sí que es una cantidad de años muy grande como para no planificarlos y darle un sentido y un proyecto.
No hay más padres, maestros ni  jefes a los que haya que obedecer. Somos nosotros, con nuestros propios criterios enfrentando la vida. Poseemos ya experiencia y aprendizajes múltiples.
Mi interés por este tema se fue despertando a partir de empezar a escribir y describir mi propio proceso de envejecimiento en un blog, Reflexiones de una mujer de 60. A medida que lo escribía recordé a una periodista y escritora, Christiane Collange, de la que había leído, 20 años atrás, el libro “Yo tu Madre” y me había interesado mucho, por su sentido común y criterio de realidad. Quise saber su opinión sobre el envejecimiento y sus múltiples influencias en uno mismo y con el contexto familiar y social. Gracias a Internet, la encontré.
Christiane Collange tiene 84 años, escribe y tiene un programa de radio en Francia. También descubrí en Paris a Marie Françoise Fuchs, de 82 años, quien fundó la Asociación Old Up, cuyo lema es: No somos jóvenes pero tampoco tan viejos. Me resultó muy motivante un almuerzo que organizó Marie Françoise para hacerme conocer el grupo ejecutivo que lidera la asociación cuya presidenta es ella. La menor era de 62 años, yo con 65 y el resto oscilaban entre los 80 hasta los 87 años. La mayor fue  directora de la carrera de Ciencias Políticas de la Sorbonne. Interactuando con ellas y conociendo sus vicisitudes me di cuenta de que el fenómeno de la longevidad, al ser tan novedoso en magnitud no fue  pensado por la sociedad y planteó problemas inéditos. Los que lo percibieron, muy lúcidos, comenzaron a pensar y operar en ese sentido. Muy activamente implementaron grupos de trabajo que se transformaron en organizaciones después para ayudar a transitar, entender, y encontrar un sentido a estos muchos años por venir.  Generaron contactos con organismos estatales, municipales y vecinales. Toda esta acción promovió dinamismo, creatividad, incentivó propuestas, abrió un camino de pensamiento y acciones útiles que se plasman en proyectos necesarios y trascendentes para una gran población. Estas personas le dieron un sentido a su propia vida y a la de sus coetáneos.
Por todos estos aprendizajes y mi contacto permanente con estas asociaciones decidí ponerme a trabajar para adaptar a nuestra idiosincrasia cultural las acciones necesarias.

Christiane Colange denomina “Segunda Vida” al periodo donde ya se ha terminado la necesidad de dedicar tiempo a la  crianza de los hijos, se han experimentado amores y hubo una dedicación importantísima al trabajo.
Según esta autora, la segunda vida arranca cuando las variables de la primera vida se encuentran profundamente modificadas. Estos cambios se van dando paulatinamente.

Un hito del cambio comienza con la menopausia, ya que aleja a las mujeres definitivamente de la maternidad. Su advenimiento, en general, no molesta. Lo que molesta son las consecuencias. Las mujeres padecen una revolución hormonal, que transforma sus panzas otrora cóncavas en convexas, el termostato se altera y en general empiezan a padecer en  su interior un verano eterno, el color del pelo también cambia, los huesos se fragilizan, se ponen irascibles. Con tanto cambio, necesitan ayuda. Los grupos de reflexión en estos casos sirven, lo que no sirve es el cuerpo, que costó tanto tiempo y esfuerzo aprender a llevarlo con seguridad. Cuando ya se aprendió a lucirlo con comodidad y prestancia, se marchita de manera implacable. Mirando lo positivo, ya no quedarán embarazadas y no hay que tener precauciones al respecto. La sexualidad puede ser vivida sin temores.

Otra característica de la segunda vida es la partida de los hijos de la casa familiar. Se siente el cambio. No me referiré al nido vacío,  ya sabido; advierto a aquellos que transitan por este período, para que rescaten lo positivo de las situaciones que les toca vivir. En este caso se trata de hacer foco en la recuperación de una autonomía perdida  en el momento de la incorporación de los hijos a nuestra existencia.

Si es que los hijos formaron una pareja se inaugura un nuevo rol de suegra/suegro. Con sus posibles bemoles.

La formación de una nueva familia de los hijos y el advenimiento de nietos nos coloca definitivamente en la segunda vida. La presencia de niños a otra edad de aquella en la que hemos sido padres, nos habla de tener la edad para haber devenido abuelos; y este status cuesta metabolizarlo. No cuesta ser abuelo, lo que cuesta es asimilar que se tiene la edad para serlo. Los nietos son un generador de ternura y amor incomparable que moviliza y conmueve. Se comparte un afecto enorme por los mismos seres: sus padres. Y también compartimos un enemigo esporádico: sus padres.  

Con respecto a los cambios psicológicos se trata de poder rastrear nuestros deseos perdidos en el medio de los deseos de los demás. Esto les sucede más habitualmente a las mujeres. En la medida que nos hemos dedicado alrededor de 30 años a satisfacer los requerimientos familiares y profesionales, nos encontrarnos con una libertad desconcertante, y elegir hacer algo distinto a lo que estábamos habituados es un tema espinoso que lleva su tiempo. Pero se puede.

Otro de los fenómenos que acontecen a esta altura de la vida es la invisibilización. En un artículo que publicó el diario La Nación hace muchos años, Silvina Bullrich, que se sentía una linda mujer, relató que tomó conciencia de su vejez cuando al entrar a un restaurant nadie se dio vuelta para mirarla.
Un punto importante son los cambios que se dan en la pareja. Se vuelven a encontrar a solas, y si ya están transitando voluntarios o involuntarios retiros de sus trabajos, tienen que compartir el habitat, hecho inédito por lo general. Para las mujeres acostumbradas a ser reinas de la casa es un trago amargo de digerir y de aceptar tener a estos maridos, queridos o no, sentidos como okupas, tan familiares y cercanos. Hay que renegociar espacios y el tiempo de cada uno. El hecho de no trabajar no nos hace solidarios en el ocio, cada uno tiene que implementar lo que le guste en el tiempo y forma que lo desee. Y tomar la libertad que supimos conseguir. Si no se supo, hay que aprenderlo.

A muchos, su identidad y estima se las otorgaba el trabajo. Se debe revisar dónde se han puesto los valores. Se requiere de una evaluación interna de lo que cada uno logró en su quehacer vital y qué es lo que ese trabajo le aportó. Algunos individuos accedieron a brillos y reconocimientos públicos y privados. Algunos tuvieron crecimientos más internos que externos, buena maduración y capitalización de las vivencias. Otros, los que se quedaron con la pura exterioridad, sufrirán más este proceso. Pueden tratar de huir para atrás hacia la juventud, como si fuera posible e iniciarán ciclos vitales no afines con su edad. Paternidad tardía, salida con mujeres jóvenes u hombres jóvenes, competencia con los hijos.
El tema de la jubilación, para aquellos que no han podido lograr armar un capital que los respalde, viene aparejado muchas veces de una preocupación enorme por el dinero. Éste es un punto importante para ser tenido en cuenta tanto social como individualmente. Esta situación viene de la mano del poder solventar o no la vivienda en la que se vivió, y replantearse achicamientos.
Hay  que reconocer diferentes escalones dentro del envejecimiento; y el proceso descripto hasta ahora es aquel que se desarrolla hasta alrededor de los 80 años, donde  aparecen otras problemáticas particulares de ese momento.
 Se presentan situaciones que pueden llegar a parecer graciosas por lo insólitas. Christiane relata un encuentro para jugar al bridge de tres señoras inglesas de 95 años. Mientras se aprestaban para jugar charlaron acerca de las  novedades, y una dijo: Fue una semana trabajosa, pero por suerte ahora me encuentro mucho más tranquila, por fin encontré un geriátrico para mi hijo, el mayor, el de 75; no lo aguantaba más en casa, se pasaba haciendo tonterías.

Si bien el envejecer es difícil, pude observar que se hace más llevadero al compartir las experiencias cotidianas y afrontar las dificultades que se  jalonan en ella  con aquellos que atraviesan las mismas circunstancias. En los encuentros de pares se trabajan distintas problemáticas: pérdida de capacidades, sordera, marcha. Amigos dispersos, enfermos, exploración de los misterios de la memoria y las fatigas repentinas. Lograr reírse de sí mismos. El humor interviene relajando.
Un aspecto que resulta muy interesante y necesario de compartir en grupo es aquel acerca de la muerte, ya que ésta está negada en nuestro mundo occidental. La posibilidad de hablar acerca de la muerte es la manera de vivir mejor nuestra vida. Al tratarla se atenúan los temores y nos tornamos más libres, autónomos y capaces de disfrutar con intensidad cada instante. Se trata de aprender cómo vivir los años y no morir por adelantado.
El compartir grupalmente los recuerdos hace que los participantes reflexionen acerca de lo que para ellos fueron hitos durante su vida. Las experiencias vividas a través de la presencias, las ausencias, las repeticiones, ayudan a medir el tiempo y lo orientan, se trate de acontecimientos o personas.

Otra anécdota relatada por ella: Se festejaban los 100 años de una señora a la que su hijo le hizo un gran fiesta. Él tomó el micrófono y dijo: Nunca pensé en poder festejar el cumpleaños número 100 de Mamá. La madre, sacándole el micrófono, acotó: Nunca pensé en llegar a tener un hijo de 80 años.

La autonomía  que hemos incluido en  nuestra vida y con la que nos hemos desenvuelto muchos de los Baybyboomers hace que nos neguemos rotundamente  a  ser un peso para las generaciones siguientes. No queremos padecer presiones o sentirnos manipulados, queremos estar presentes, atentos e independientes. Por esta razón es que queremos participar, pensar y poner en acción lo que podamos aportar a la sociedad de creativo y útil.

El intercambio generacional es gratificante e importante para propiciar y promover. Tenemos que conocernos mutuamente y ayudarnos. Es fundamental aprender el manejo de la informática, los celulares, las cámaras digitales. Toda persona que no se ponga al día con esto corre el riesgo del aislamiento y de  caerse del mundo. En estas lides, los mas jóvenes son increíblemente capaces y lo que hay que armar son espacios en los que los jóvenes expertos enseñen a los mayores. Se trata de lo que puedan ofrecer unos y necesitar los otros. Concretar un trueque.

Otro de los aspectos al que hay que dedicarle atención es a la evolución de las relaciones con nuestros descendientes  a través del paso del tiempo, y la aproximación
 “del gran envejecimiento” (la grand Age). Se operan cambios sutiles, se acrecienta una distancia con ellos en los dos sentidos: es probable  que exista en ambas  generaciones un deseo de protegerse. Es habitual tratar de preservarse y evitar decirse  lo que podría emocionar o herir. Los grupos de reflexión son los indicados para tratar estos temas acerca de: Acercamientos y alejamientos, reflexionar acerca de los intereses divergentes que se suscitan en lo familiar o en el terreno de la amistad. Las relaciones fluctúan y hay que recrearlas.
Hay que promover el tejido de lazos ahora y siempre, que movilicen e incentiven la creatividad.
He sido invitada a ser representante para la Argentina de una organización internacional cuya sede está en USA que se llama Pass It On Network, que es una usina de proyectos para pensar y ofrecer alternativas a los adultos Mayores.
Para concluir les voy a citar una pensamiento de Italo Calvino, del libro Las Ciudades invisibles: El infierno de los vivos no es algo que vendrá; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno para darle espacio y hacerlo durar.”



Siguiendo ese camino, invito al que no sea infierno a acercarse y aportar ideas. Será siempre bienvenido.

domingo, 22 de junio de 2014

De La Maternidad



Muchas veces repetimos clichés que tienen que ver solo parcialmente con la realidad de los sentimientos y de los pensamientos de la gente.

La maternidad es un hecho connotado siempre positivamente y creo que amerita ser tratado con objetividad, viendo sus aspectos positivos y negativos. Me encuentro en el consultorio con pacientes que vienen de ser madres, y si bien todas están contentas con sus hijos, relatan no haberse imaginado semejante cambio en sus vidas y las implicancias en todos los órdenes de su existencia.
La maternidad, a mi modo de ver, es “EL HECHO” por excelencia que marcará un hito entre el antes y el después en nuestro ciclo vital. Es lo BUENO que sucede en una vida y también LO MALO. Como siempre, los pares opuestos.
Para afirmar esto me baso en mi experiencia y en la de las mujeres con las que tuve y tengo oportunidad de conversar por mi profesión o por charlas informales que tuve y tengo con otras mujeres. A partir de la inclusión de un hijo en nuestra vida, todo cambia. Todo cambia siempre, pero esto transforma nuestra vida mucho más profundamente.
Personalmente no concibo la vida sin hijos. No la concibo porque a  los 18 años me casé, me embaracé y tuve mi primer hijo a los 19 años y la segunda a los 20 años; por lo tanto, he crecido junto a ellos. No tengo la experiencia de una vida adulta de otro modo que compartida con mis hijos.
Recién he vivido sola cuando mi hija menor se independizó, hace 16 años. Vivir sola o no es un detalle (que no es menor), pero lo que cambia para siempre a partir de LA MATERNIDAD es la convivencia interna y perpetua con nuestros hijos.
En la mayoría de las madres se genera un sentimiento de una profundidad, intensidad e incondicionalidad únicas. Cuando cumplí 46 años hice una reunión en casa y les escribí algo a cada uno de los que invité, entre los que se encontraban ellos, y recuerdo que les escribí jocosamente, lo que me pasaba a mí en el vínculo materno filial. Les decía que había aprendido muchísimo a su lado y que los llevaba conmigo siempre repercutiendo en distintas partes de mi ser según los avatares de cada día. Les decía que en mi cabeza los tenía presentes cotidianamente y con más énfasis si los veía tristes, o algo les costaba o no les iba bien. En mi panza, cuando tenían que atravesar una prueba o algo que sabía que era importante para ellos y los angustiaba. En mi corazón de forma indeleble, henchida de orgullo con sus éxitos y plena de alegría cuando estaban contentos. Me reía comunicándoles que no les iba decir en publico, en pleno cumpleaños, que otras partes de mi ser se veían afectadas cuando se ponían pesados o peleadores entre ellos o conmigo. Han pasado 20 años desde ese cumpleaños y les confieso que sigo sintiendo igual.
Pero también existe en este vínculo el sufrimiento, por razones idénticas a las expuestas.
¿Quién sabe que va a portar de por vida semejante amor? Un amor que te ocupa, te preocupa, te alegra, te entristece, te hace conocer el cielo y el infierno a perpetuidad.
Es como el título de la película “Atrapados sin salida”. Probablemente no sea así para todas las madres, pero en su gran mayoría, sé que a las mujeres les pasa esto.
El hecho de cosentir es agotador. Sentir con el otro es muy frecuente con los hijos y también nos lleva a equivocarnos en nuestras apreciaciones. Ya que nosotros imaginamos cómo ellos pueden sentir pero no podemos saber si es realmente su sentimiento o el nuestro puesto en ellos.
Por otra parte es harto frecuente que nos hagamos una terrible mala sangre por un acontecimiento que nos relataron. Nosotras nos quedamos rumiando su pena y no nos enteramos sino después, que a los tres minutos de haberlo compartido, les sucedió algo que los alegró y se olvidaron de su pena y de transmitirnos ese cambio de estado de ánimo.
También está sentido de una manera muy culposa para las mujeres plantear sus pesadumbres en relación con la maternidad. Se lo vive como una traicíón a la especie.
De las mujeres se espera que seamos “Puro Amor”, paciencia, comprensión, aceptación; y nos vedamos nosotras mismas, por mandatos ancestrales, los cuestionamientos que podríamos hacer.
A partir del nacimiento de un hijo, las necesidades de él pasan a un lugar prioritario, el que le otorgamos nosotros porque queremos brindarle lo mejor desde nuestra perspectiva.
Este trabajo de aprendizaje maternal se centra en la lectura de las necesidades de otro ser –que sale de uno, mamá, pero viene de dos, mamá y papá, que a su vez vienen de cuatro, los abuelos, que a su vez vienen de ocho bisabuelos, y así sucesivamente– que es un cóctel genético; y nosotros, ingenuos, creemos que ese bebé que está en nuestros brazos “nos pertenece” y será fácil comprenderlo. Figúrense, a modo de ejemplo, que existe la  posibilidad de que ese  bebe se asemeje.a  algún familiar propio o político que les haya parecido un marciano inentendible, Nos será fácil su comprensión?
Con esta persona en ciernes, incertidumbre pura para sí misma y para nosotros, nos vamos relacionando y conociendo. Lo cuidamos y buscamos el mejor modo de transmitirle todo lo que sabemos para que pueda desenvolverse en este mundo.
Este trabajo es de tiempo completo y con altas cuotas de desconcierto ya que “ nuestro hijo” es otro, otro diferente a uno y cuyas características iremos descubriendo de a poco, paso a paso.
Nos necesitan para aprender, para valerse por sí mismos y luego, lo hayan incorporado o no, tienen que ejercitarlo en autonomía.. Hecho que a veces nos asusta y nos alegra.
Es en el interjuego de  mucho apego y luego forzoso y necesario desapego que  va transcurriendo nuestra maternidad a lo largo de la vida
 El proceso  habitual de todo ser humano que logra independizarse de sus progenitores  se resumiría en la frase: te necesito para ser pero para ser te tengo que dejar
Como ley de la vida sabemos que los hijos vienen de nosotros pero no son nuestros.
Es por lo expuesto que digo que  la maternidad es lo mejor y lo peor.





viernes, 13 de junio de 2014

De los Manipuladores



¿Han conocido  y vivido de cerca a un manipulador? Yo sí.

Es una experiencia muy difícil de transitar, ya que si es un personaje cercano y querido no se tiene la mas mínima sospecha de que esa persona puede llegar a hacer cosas que nos dañen. No se duda de sus intenciones para con uno y se cree erróneamente que el afecto es y será correspondido. Digo erróneamente porque la forma de querer del manipulador está relacionada con el amor a sí mismo. Si te avenís a sus necesidades y prioridades no tendrás problema. Surgirá el conflicto cuando no acuerdes con su manera de operar sobre algo que te concierne y que él tenga la posibilidad de manejar. En ese caso lo manejará a su manera, aquella en la que él se beneficie. Tu desacuerdo no será escuchado ni tenido en cuenta. Lo que recibirás, además, es una descalificación contundente de tu persona, reiterada en la medida que insistas con tener tu opinión e intentes ser tomada en cuenta. Hecho que no ocurrirá.

Hombres y mujeres estamos expuestos a este tipo de personas. Cuanto más inseguros seamos, mayor exposición tendremos a caer en este tipo de vínculo.

He visto muchos casos de este tipo y es muy dificultoso poder mostrarle a la víctima del manipulador cómo contribuye para ser manipulada.

Esa contribución consiste en no poder ver al sujeto como el sujeto que es, sino con la creencia que uno se ha formado a lo largo del tiempo sobre él, dada por el entorno y aceptada también por uno mismo.

Estos sujetos han sido ponderados en su niñez, cuando se les otorgaba un lugar muy especial. Lugar al que no renuncian.. Puede ser por su belleza, por su inteligencia o precocidad, por su simpatía, convocatoria, seducción o varias de estas características combinadas. Primer hijo/hija de una familia, primer nieto/nieta. Este atributo no es desmentido nunca. El Manipulador se lo apropia de por vida y en el caso de que alguien lo intente cuestionar, su ofensa y falta de aceptación es total.

En general, los personajes que ejercen la manipulación son atractivos e invitan por sus atributos a ligarse a ellos. Sus aspectos glamorosos dificultan la visión de su parte oscura. No son conscientes de sus propias características abusivas del otro. No lo son porque al sentirse el ombligo del mundo creen merecer privilegios. Esto determina que en su universo no exista prácticamente la palabra perdón y la toma de consciencia de sus equivocaciones. La culpa no es lo que los caracteriza y la consciencia moral es tan laxa que los cambios de pareceres en perjuicio del otro, la falta de compromisos con lo justo y equitativo están fuera de sus preocupaciones y de su alcance.

No se puede discutir con ellos porque no respetan la lógica de una conversación y dan vuelta los argumentos, con un desenfado tal, que en realidad se pone en evidencia que su estructura de pensamiento es diferente. Hecho que hace que puedan mentir sin mosquearse. No reparan en el punto de vista del otro.

Los sucesos desagradables que se han tenido con él pueden ser olvidados de su parte siempre y si se le pide al manipulador un reconocimiento de sus errores, es el momento en el que vuelve a utilizar su artillería pesada plagada de mentiras, falacias y agresiones.

Consejos para quien tenga un manipulador cerca:
1.      Distancia
2.      No discutir con ellos. Nunca reconocerán nada.
3.      Utilizar la ley como intermediaria.
4.      Elaborar el duelo por tener o haber tenido una persona tan nociva y destructora cerca que contamina el entorno en común, en caso de poseerlo.
5.     Si se han sentido tentados de escribirle algo que distienda, manifestándole su afecto y esperando una respuesta  para lograr una  cercanía y conversar, olvídenlo, no responderán.


Hace poco reflexionaba acerca del hecho de perdonar a estos sujetos y es un tema espinoso. Llegada la segunda vida y revisando los vínculos creo que el perdón debería llegar siempre que la persona, “El Manipulador”, quiera reparar un daño, o sea “desee ser perdonada”. Esta afirmación en realidad es una falacia ya que si el el Manipulador no es consciente del daño que infringe, ¿de qué va a querer ser perdonado?

Pero aún así, es tan fuerte el valor de la familia para algunos individuos, que aunque NO hayan tenido la suerte de que esos lazos sean positivos y enriquecedores, vale la pena hacerse la pregunta acerca del perdón. Me parece bueno ese cuestionamiento, permite reevaluar las decisiones tomadas con respecto a sostener la distancia, si es que nada ha cambiado en el entorno, que atenúe el daño que puede causar

Es una verdadera gran pena para el que  haya tenido que atravesar esta experiencia con el concomitante deterioro emocional sembrado en el seno familiar.




domingo, 8 de junio de 2014

De ser mujer


Confieso que estoy contenta de ser mujer.

Me resultó difícil descubrirlo pero por suerte ya hace muchos años que me di cuenta de la riqueza de nuestro género.

Nací en una familia, como la de muchos, en la que el lugar de la centralidad del hombre era incuestionable.

La mayor parte de las/los  pacientes que veo provienen de una estructura semejante. Una de ellas me hizo, hace años, el siguiente relato: ..."Mi madre era una mujer de una apariencia preciosa, era muy linda y con atributos interesantes a desarrollar pero de una inseguridad fatal y con poca capacidad para inspeccionar sus debilidades. Un señalamiento de alguna falencia le desencadenaba un enorme malestar aunque fuera dicha como una contribución para mejorar su propio posicionamiento hacia ella misma, su entorno y su vínculo conmigo. Pero no pudo.

Continúa: Siempre supo que tenía una aliada en mí. Mal o bien, estuve a su lado. De chica, defendiéndola a ultranza de las descalificaciones de mi padre; de grande, de las de mi hermano".

Escuché este relato, que guardaba relación con un trabajo central en mí misma. El trabajo al que me refiero fue el de revisar mi propio machismo absorbido a través de las vivencias familiares, en detrimento mío y de lo femenino en general. Me tocaba ayudarla, a mí que ya había transitado por la corriente clasista y combativa (de género) que me permitió tener una visión distinta de los roles femeninos y masculinos, y aprendí a tener mis propios criterios al respecto. También a respetar las diferencias entre ambos sexos. Es difícil desarraigar creencias, pero se puede.

Me pareció muy sanador el resultado al que mi paciente llegó después de trabajar a fondo esta temática, y lo transcribo: ... "Estoy más que segura de que mamá me quería y yo también a ella, pero no podía con su propia creencia incrustada en su cabeza, la de que “Los Hombres” eran esos seres valiosos que saben mucho más de todo y que nos salvarán.....". Mi paciente ya hizo las paces con su madre y la perdonó, dándose cuenta de que la época que le tocó vivir a su madre no era la misma en la que ella se estaba desarrollando.

¿De qué deberían salvarnos los hombres?

La fundamentación de esta creencia se me reveló hace tiempo y tiene una significación profunda en muchos y muchas (lo digo así por nuestra presidenta, si bien ella lo tiene más que claro). Si hay algo que una mujer no va a ser nunca, es ser hombre (¡bah, ahora ya no lo sé!). Si creemos que los hombres saben, que los hombres pueden, que tienen la capacidad intelectual de resolver temas importantes, de desarrollar carreras profesionales con solvencia, de generar plata, la mujer se siente desrresponsabilizada de esas tareas ya que “la naturaleza” así lo indica. Mejor dicho: la cultura así lo determinaba. Esta postura dominante del hombre sigue vigente (menos, pero sigue) en relación a lo remunerativo/valorativo laboral y en el hecho de detentar el poder en general. Si los hombres saben y pueden, quedémosnos tranquilas, no hay nada por lo que preocuparse, ellos lo resolverán o lo inventarán porque pertenecen al género masculino. Nosotras solo estaremos atrás, para hacer todo lo demás que no sea lo económico, todo eso que en definitiva no es “lo importante”. Si enumeramos todo lo demás, los aburriré con una lista de varias carillas, pero ¿qué importancia tiene todo lo demás?

Lo peor es que si no logran concretar estos designios, la sensación de fracaso de ellos es aplastante y la de ellas igual. ¿Qué se hace en esos casos, si la cabeza o la posibilidad para resolver “ESO” tanto lo de los hombres, como lo de las mujeres, la tiene el otro? Esto corre para ambos sexos: femenino y masculino. Si a los hombres se les pide que concreten las tareas que mencioné como “Todo lo Demás” de las que se ocupan las mujeres, los caballeros se quieren matar. Si bien lo desvalorizan, los apabulla. Del mismo modo, si a las mujeres se les dice: Debes hacerte cargo de lo económico, el terror las embargaría.

Aclaremos que esto no sucede en las clases trabajadoras, en las que el lugar de la mujer es en general el lugar de “La Mujer Maravilla”, sino en la clase media alta. Todo ha cambiado mucho, pero lo veo aún en mi consultorio.

Me tocó participar en una comida con algunos matrimonios en los que los hombres charlaban entre ellos y sus mujeres, sabiendo que yo era profesional y ejercía, disculpándose, me dijeron que ellas no se atenderían nunca con una mujer en ningún rubro ni especialidad. Yo les respondí, sin querer ser ofensiva, que no se preocuparan, ya que a mí me había pasado lo mismo de chica.

Recuerdo una oportunidad en la tuve una entrevista con una psicóloga a mis 21 años; huí despavorida, no pude escucharla. Yo también creía así, que las mujeres no sabían, ergo no tuve confianza en lo que me podría decir. Hoy lo pienso y me parece tremendo el sufrimiento que produce semejante creencia de uno mismo. ¡¡¡Qué desamparo nos pueden infringir semejantes apreciaciones!!!! ¿Cómo dudar de la capacidad de las mujeres solo por serlo? 

Trabajé muchísimo estos aspectos y me doy cuenta de que aún persisten en muchas mujeres que miran llenas de miedo su futuro si los hombres no están cerca de ellas.
Y los hombres buscan resolver las carillas de “Todo lo Demás”, en general, con su mujer u otra ( si es que se han separado ), que le guste y que se encargue de hacerlo.

Lo más llamativo es que (harto evidente por sus propias capacidades) en muchos casos trabajaron igual que los hombres, y en otros casos ganaron más que ellos; pero aún así, lo que transmiten es casi la letra de el bolero: YO SIN SU AMOR NO SOY NADA.

Por lo que voy exponiendo y que ha sido aprendido a lo largo de la vida es que me animo a afirmar la mayor placidez que se puede disfrutar en "la segunda vida", tras haber desmitificado tantos ídolos, desenmascarado a tantos fantasmas y tornado reales y falibles a los supuestos "poseedores del saber" de cualquier género.

Cuando cualquiera, sea hombre o mujer, se siente que sin el otro no existe, es presa fácil de la manipulación. Tema interesante que trabajaré en otra entrada del blog.


miércoles, 4 de junio de 2014

Adivina Adivinador

Por favor, necesito colaboración. De quien puede estar hablando alguien que me envió esto de forma anónima  ?


  1.  Los escucharás poco
  2.  Los visitaras poco
  3. Tendrás pocas obligaciones para con ellos
  4. Sabrán poco de ti
  5. Adivinarás sus sentimientos
  6. Tomarás muy poco en cuenta sus pensamientos
  7. Los llamarás poco
  8. No aceptarás reclamos
Desentrañemos juntos ésta incógnita. Si lo prefieren, háganlo sin darse a conocer.

¡¡¡¡¡ Por favor ayúdenme !!!!

lunes, 2 de junio de 2014

De los 10 mandamientos abreviados



Quiero confesarles que me retaron. Christiane Collange, a la que mencioné muchas veces, leyó alguno de mis artículos traducidos al francés y le gustaron mucho, pero me dijo: Silvia, a los 60 y pico no debes hablar de vejez (…) ”Es el comienzo de un proceso de múltiples cambios. Vejez es la imposibilidad de ser autónomo y valerse por sus propios medios”.
Le contesté que yo no me sentía vieja, solo que no sabía como llamar a este proceso de otra forma que no fuera envejecimiento. Ella lo llama “Segunda Vida”. Me gusta. Lo llama así porque alrededor de los 60 años se inauguran cambios de vida para los que se jubilan (yo no pienso hacerlo), en los que los tiempos para dedicarse a sí mismo son mayores, los hijos ya no están en casa y la longevidad augura tanto tiempo de posibilidad de vida (de 60 a 90 años), como aquel que se transitó siendo adultos (de 30 a 60 años) También existe la posibilidad de ejercer o innovar las actividades.

Recibí un comentario de una persona con la que nos estamos empezando a conocer por estos intercambios bloggeros. Me gusta y agradezco su participación porque dispara en mí reflexiones.

Lo que quiero aclarar es que cuando hablo de verdad para mí, es sinónimo de creencia, como aparece a lo largo de éste artículo. No tiene un significado religioso.

Me comenta que al transitar La Segunda Vida, queremos con más ansia saber acerca de la verdad de las cosas.

A mí me parece que no existe “la” verdad. Me causa gracia porque en privado, con un viejo amigo, tenemos esta misma diferencia de planteo. 

La verdad es privativa de cada uno de nosotros. Mi verdad puede ser diferente a la de mi prójimo. Los sistemas de creencias y la adhesión a ellas está ligado a lo que las personas lograron incorporar en su formación y su capacidad de cuestionarlas. Hay un chiste  (de  Groucho Marx) que dice: “Soy una persona de principios, tanto es así, que si no te gustan estos, tengo otros”. En este caso, las creencias o principios como verán son tan amplios, que no existen.

Lo que me parece que hay que diferenciar de acuerdo al comentario que recibí es:
La rapidez de los cambios en lo exterior, la difusión de los mismos al instante por las comunicaciones increíbles que los “ hombres supieron conseguir”, las mayores aceptaciones de las diferencias individuales que se dan en algunas sociedades (ser gay, la convivencia respetuosa de diferentes razas, religiones y culturas) es distinto a pensar que los adultos o nuestros jóvenes no tienen normas, o criterios del bien y del mal, o el tiempo suficiente de asimilarlos.
Tampoco creo que haya una “ley natural de las cosas”.
Lo que creo es que cuando los adultos, a veces padres, se confunden, por la oferta enorme de creencias a las que pueden adherir o no, en libertad, y no ejercen su rol de padres, los jóvenes están perdidos en las confusiones de sus progenitores y las propias, características de la juventud. Que ya no haya “PADRES” incuestionables, no quiere decir que no haya ley.
El hecho de que se pueda relativizar y reflexionar acerca de las razones de ciertas afirmaciones de la autoridad, sean padres, autoridades o gobiernos no quiere decir que no haya un vector de lo bueno y de lo malo. Cuando hablamos de transgresión estamos hablando de un valor que alguien no cumplió.

Creo que los Diez Mandamientos, para mí (en mi versión agnóstica) se abreviaron, y quedaron seis que siguen vigentes aún aunque  a veces no se note.

Honrarás a tu padre y a tu madre (Éxodo 20:12).
1:"Honra a tu padre y a tu madre,
2. No matarás (Éxodo 20:13).
"No mate"
3. No cometerás actos impuros (Éxodo 20:14).
"No cometas adulterio."
4. No robarás (Éxodo 20:15).
"No robes."
5. No dirás falsos testimonios ni mentirás (Éxodo 20:16).
"No des falso testimonio en contra de tu prójimo." 
6. No codiciarás los bienes ajenos (Éxodo 20:17)

Comentarios de los 10 mandamientos abreviados por mi agnosticismo.

Lo de honrarás a tus padres, me parece buenísimo. Hay que divulgarlo. En ese sentido les diré que estoy enrolada en este gremio y lo defiendo, sin dejar de reconocer que vemos casos en los que darían ganas de no cumplirlo y con razón.

No tengo dudas acerca del segundo.

Esto de los actos impuros en el siglo XXI, ameritaría que lo charlemos.

Con respecto al Cuarto tampoco tengo cuestionamientos. Me preocupa, que a pesar de la difusión de los casos de corrupción y de que la sociedad en su mayoría no roba, este precepto no es respetado. Trabajemos para que los que no se vean forzados a eso por necesidad, francamente le hagan caso.

Lo de no mentir también me parece perfecto.

Y lo de codiciar, mientras quede en el terreno del deseo y no de la acción, creo que podemos permitirlo. ¿O acaso no dijimos que la psicología reconoció su existencia?




domingo, 1 de junio de 2014

En qué creer? ¿“Cuanto más cambia todo, más sigue todo igual” o “Cambia, todo cambia”?

Al plantearme estos dos conceptos veo en un problema a desentrañar, ya que son opuestos y si afirmo uno supuestamente excluyo el otro.

Probablemente podría seguir afirmando los dos pero en dominios diferentes.

Voy a intentar analizar cuáles de los aspectos de la vida y de los humanos quedan inalterables. Si fuera que así sucede.

Iremos evaluando de afuera para adentro. En lo concerniente al ser humano en su packaging, sin lugar a dudas cambia. Nadie queda idéntico a sí mismo y los procesos del paso del tiempo se evidencian en nuestros cuerpos.

El contenido de los seres humanos, pensamientos, modos de concebir la realidad, expectativas, usos y costumbres está sujeto a la mayor variedad de posibilidades, ya que puede cambiar mucho, poco o casi nada.

Depende de la ductilidad de cada uno dada por la conjunción de factores genéticos y de aprendizajes familiares y socioeconómico-culturales que se entrelazan de infinitas maneras.

Lo que vemos en el contexto “mundo”, no hay dudas de que cambia. Por acción u omisión logramos transformar la naturaleza a favor y en contra nuestra. ¡Como siempre, los pares opuestos!

Lo que creo que no cambia es la idiosincrasia de lo humano. Estaban haciéndome unos test con luces en los que debía seguir una serie de estimulaciones lumínicas y pensé: esto lo pergeñó otro ser humano como yo y lo hizo para ayudar a sus congéneres. ¡¡Qué bueno! ¡¡Qué acto generoso! Hay millones de ellos, pensando en mejorar y ayudar a los otros.

También hay millones de los otros, de los negativos que tienen que ver con las miserias humanas. Por ese motivo creo que lo que no cambia y bajo diferentes formas se expresa es esta dicotomía de lo humano: lo bueno y lo malo. Lo bueno es todo lo que aporte tranquilidad, amor, paz, proyecto a los individuos. Lo malo, todo lo que provoque rivalidad, competencia, destrucción, envidia, celos, mezquindad, acaparación. Estos sentimientos forman parte de nuestro ser y, gracias a los aportes de la psicología, hoy podemos reconocerlos como constitutivos del ser humano. El conocimiento de su existencia permite la puesta en marcha de lo más patognomónico de lo humano que es representar en su pensamiento las consecuencias de sus conductas y poder lidiar con estos aspectos negativos  e instrumentarlos de una manera constructiva. El sentir rivalidad y saberlo es una cosa diferente al hecho de actuarla.

Hay una creencia difundida en la que se piensa que la naturaleza es sabia. Personalmente lo pongo en duda. El hombre forma parte de la naturaleza y sus aspectos negativos compiten codo a codo con los positivos. No me animaría a señalar cuáles son las manifestaciones más resaltables de esta humanidad si quisiéramos  evaluar y cuantificar la calidad de las acciones.


¿De dónde sacamos que lo natural es bueno o sabio?. Los tsunamis son naturales y nos desvastan . El cáncer, lo mismo. Nosotros, los seres pensantes, participamos de lo natural; de eso no nos cabe ninguna duda, pero de ahí a que se evidencie nuestra sabiduría hay una distancia

. Podríamos decir que: Cuanto más cambia todo, más sigue todo igual, pero solo en ese aspecto, en la presencia de ambas fuerzas: la de lo constructivo y lo destructivo, lo deseable y lo indeseable que son de una misma intensidad pero de signos opuestos. Los franceses dicen : Plus ça change plus c' est la même chose.

lunes, 19 de mayo de 2014

De los jóvenes viejos y de los viejos jóvenes



Estuve leyendo a Christiane Collange y me causó mucha gracia un relato que hace, de tres damas inglesas muy aristocráticas. Se trata de un diálogo que mantenían durante una partida de bridge estas señoras, que tenían alrededor de noventa años cada una. Preguntaban si durante la semana habían tenido alguna novedad, y una de ellas comentó que se sentía terriblemente aliviada porque había encontrado un geriátrico muy apropiado para su hijo, el mayor, que tenía 70 años, ya que no dejaba de hacer tonterías, no podía tenerlo en su casa en esas condiciones. 

Si bien esto no es cierto, ya que era sacado de una obra de ficción, en la actualidad se pueden dar estos fenómenos inusitados.

También relata Christiane que en ocasión del festejo del cumpleaños número 100 de una señora, su hijo se dirigió a los invitados y dijo: nunca pensé que estaría alegremente festejando los cien años de mamá; a lo que la madre, sacándole el micrófono, acotó: de joven nunca pensé que llegaría a tener un hijo de 75 años.

Vi esta semana el festejo de 100 años de una señora que pasaron por la televisión, y seguramente ella tendría un hijo de setenta o más sin lugar a dudas.

Apresúrense a sacarse fotos los que tengan posibilidad de tener bisnietos porque serán, en un futuro, raras avis. Díganles a sus nietos que una vez sacadas las guarden y podrán venderlas en el futuro a precio de oro, ya que será una condición inexistente la de tener bisnietos o tataranietos.

Piensen que nuestros hijos se casan cada vez más grandes, o mejor dicho se emparejan más tarde, y acceden a la paternidad/maternidad también a edades más avanzadas. Este hecho determinará que, a pesar de que los longevos vivan más, será muy difícil conocer a los bisnietos o tataranietos.

Creo que esto es una anécdota, pero no así la necesidad de cambio al concebir la realidad, ya que nos toca vivir una ruptura de paradigmas enorme, en la que se produce una revolución en nuestras cabezas.

¿Cuando hubiéramos pensado que podriamos asistir al cumpleaños número 75 de un hijo?

¿Se acuerdan de la canción de Mercedes Sosa? Cambia en lo superficial, cambia, cambia en lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo.



sábado, 17 de mayo de 2014

De la posibilidad de inventar nuestra vejez



Si a alguien nos participara de un invento que se le ocurrió y nos demostrara su utilidad con fundamento, ¿se nos ocurriría decir que eso no tiene sentido?

Les contaré un invento mío, que no llevé adelante:
Preocupada por los accidentes en las autopistas –donde los autos circulan a alta velocidad y, si alguno tiene un desperfecto en el carril rápido, lo más probable es que no pueda bajar a poner las balizas porque que se lo llevarían por delante– se me ocurrió lo siguiente: Por qué no incorporar a los autos algo semejante al airbag, que salga del techo para que, por su dimensión y colores, indique con muchos metros de anticipación que hay un auto en emergencia y un peligro cerca. Como en las embarcaciones, según viéramos el color rojo o verde el auto estaría indicando que estaba circulando en tal o cual dirección.
No encontré a nadie al que se lo comentara que me dijera que la idea era mala. Los que escuché es: Hay muchos intereses creados para cambiar lo que hay, alguien tiene que diseñarlo, tienen que aceptarlo las autoridades, las industrias automotrices, te  van a robar la idea, etc.
No hice nada.

Si no se hace nada, no pasa nada. No cambió nada.

Nosotros, los que vamos envejeciendo (de sesenta años  en más), somos los pioneros, por la magnitud en número, a transitar este boom de longevidad. Razón por la cual estamos invitados a volver a reflexionar acerca del camino que nos toca transitar.

Si no pensamos nuevamente los criterios con los que mirábamos la vejez estaremos condenados por nosotros mismos y sin razón.

No hay duda de que vamos cambiando y lo que también hay que cambiar son los hábitos, que por definición son repetitivos.

Les contaré una anécdota que ejemplifica un hábito.
Hace unos años, después de trabajar muchas horas en mi consultorio, llegué a mi casa extenuada. Había comenzado a trabajar a las ocho de la mañana y eran las ocho de la noche.  A los pocos minutos sonó el teléfono. Era una amiga. Me preguntó que estaba haciendo y le dije que estaba poniéndome el pijama. Ella me respondió: ¿El pijama a las ocho de la noche? Yo le contesté riéndome: ¿Por qué? ¿A qué hora debería ponérmelo? Ella me respondió que a las diez. Yo le pregunté ¿por qué a esa hora? Y ahí ya riéndonos las dos, nos dimos cuenta de que ella conservaba hábitos de cuando su marido volvía de su trabajo y tomaban un whisky con el socio de él y ella, y venían los hijos con las novias de la facultad. Hacía muchos años que era viuda, los hijos ya no vivían con ella hacía mucho tiempo. Pero ella seguía en tailleur, hasta las diez de la noche, como si fuera necesario.

Esta anécdota viene a cuento de que hay que tratar de revisar las razones, de por qué realizamos ciertas conductas, sobre todo, de aquellas que nos imponemos sin que haya necesidad. Son anacrónicas y no nos sirven hoy. En la anécdota, la incomodidad de quedarse elegante era por no repensar que la realidad había cambiado, ya no había marido que llegara y tampoco hijos que vivieran allí. Perdón a mis pacientes que sin duda ya han escuchado este ejemplo de mi parte.

Esto no era tomado por ella como algo que le pesara, pero al descubrir que era innecesario pudo darle la forma que creyera mejor para ese momento.

Estos ejemplos son nimios si los comparamos con otros que involucran intereses más profundos e importantes que cada uno puede llegar a descubrir, y que puede llevar adelante en el proceso de envejecer.

Además, quiero ayudar a desenmascarar viejos prejuicios instalados que muchas veces son tomados seriamente por los mismos adultos mayores.
Paso a describir algunos:
Los viejos no entienden.
Los viejos son lentos
Nadie aprende con la experiencia del otro, para qué nos sirve su transmisión si el mundo cambió.
Los viejos no escuchan.
Los viejos molestan 
Esto es mentira. Podríamos decir que muchas personas no entienden ni de jóvenes ni de viejas.
Los viejos son lentos para ciertas cosas, como las que tienen que ver con el deterioro físico, pero no en todas. La lentitud a veces permite la profundización. Hay jóvenes lentos y viejos rápidos.
Hay viejos que molestan y otros que no. Hay jóvenes que molestan y otros no.
Hay viejos tontos y jóvenes tontos y viejos que transmiten sabiduría y otros muy pesados. Y jóvenes deliciosos y brillantes
Hay jóvenes que escuchan y se interesan y otros que no escuchan teniendo su oído intacto y viejos que a pesar de tener su oído deteriorado se esfuerzan por escuchar y entender.

Salgamos de las generalizaciones que solo aportan discriminación y falta de realidad.
 El tiempo nos juega a favor y no en contra, porque  las experiencias incorporadas y vividas, ya están dentro nuestro. Si sabemos combinar entre sí los aprendizajes que supimos conseguir, podremos inventar lo que nos plazca y generar posibilidades insospechadas hasta el momento. No les parece que esto de inventarnos tiene sentido y fundamento?