viernes, 28 de febrero de 2014

Del contacto

El contacto es una de las necesidades primarias de la vida. Su ausencia provoca dolor psíquico, consciente o no.                                                                                                                                                        Pasé mucho tiempo observando, escuchando y percibiendo en mis pacientes como en mi persona, los efectos maravillosamente sedativos del contacto amoroso con otro ser humano. Un abrazo, la percepción del calor del otro actúan muchas veces como un bálsamo para el corazón.

En el discurso de muchas mujeres aparecía reiteradamente, ante la ausencia de pareja,  la queja por la soledad y un dolor hasta físico por esa privación . En los varones es menos evidente el malestar porque una relación sexual puede cumplir esa función y hay una menor exigencia de sentirse querido a la hora del sexo. Para las mujeres de mi generación, un " te quiero" o pensar que esa relación es mas que un contacto físico era muy importante. Las cosas han cambiado mucho y las mujeres tiene conductas mas parecidas a lo que antes se adjudicaba básicamente a los hombres. Las necesidades de los dos géneros son parecidas pero diferentes, los hombres necesitan contacto también pero es harto evidente,  para mí gracioso, ver como la presencia de una mujer dotada de una buen busto y de una atractiva parte de atrás hace que sus ojos se desvíen en esa dirección de una manera irresistible y esto los convoca. La testosterona hace lo suyo. Los pechos femeninos son a ellos, lo que las vidrieras a muchas de nosotras. Esta mirada del hombre marca y alude a una de las diferencias.

El hecho de provenir de una matriz materna, con una temperatura cálida en su vientre, el latido de su corazón, la alimentación vía cordón, evidentemente nos muestran la necesidad de un ámbito de esas características para llegar a ser y nacer. Los seres humanos reeditamos en nuestros vínculos amorosos, sin consciencia,  ese clima de gestación. que va tomando otras formas de contacto, que son las posibles y armónicas según la etapa evolutiva que estemos transitando.

                                                                   Ante la angustia que presentaban muchas de las que me consultaban y al escuchar lo que  relataban, pude dilucidar  el motivo de estas sensaciones dolorosas y nostálgicas que sentían y que no tenían claramente identificadas como ausencia de contacto. Al poder catalogarlas como naturales y que  aludían a tener hambre de cariño las aliviaba en parte. No era un contacto sexual lo buscado o necesitado,  sino una cercanía cálida en la que lo físico participara. Pero con quién, sino con una pareja, el adulto se permite estar como Dios lo trajo al mundo fusionado en un abrazo prolongado ( tal vez dormir así ) o en un mimo profundo y envolvente que reedita la condición de nuestro propio ámbito antes de nacer. Es más allá de lo sexual.
Cuando se tiene esta provisión no nos damos cuenta y casi no registramos su importancia.
Muchas veces en la búsqueda de esta calidez se entablan relaciones, que no son significativas, pero a las que se accede por la falta de este suministro.
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En la vejez sin duda esto sucede y parte de esta cercanía y contacto la cubren los nietos que con su alegría al vernos, sus gestos, sus manitos abrazando,  contribuyen a llenar ese espacio tan necesario para la vida, que es el contacto.Otra alternativa posible y que suma es: animarse a ser cariñoso con los amigos, dar abrazos, recibirlos. Debemos soltar  las palabras de afecto al prójimo, no nos debemos cuestionar nunca el hecho de dar algo positivo a los de nuestro entorno y la ternura, lo es. Prediquemos con el ejemplo, hagámoslo. En caso de mucho hambre de contacto háganse dar un buen masaje. A falta de pan buenas son tortas.

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