jueves, 10 de marzo de 2016

Las mujeres y su lugar en la familia

El lugar de importancia que ha ocupado el varón en muchas culturas es de publico conocimiento. La alegría producida por el nacimiento de un primoģenito era de destacar, como así también de la desilusión si era una niña. Éstas valoraciones culturales no son inocentes, encierran en su seno una de las discriminaciones mas fuertes y cotidianas, inducidas por la cultura reinante y compartida por ambos géneros. Si bien "disminuyó" la creencia del lugar preponderante del varón, social y familiarmente aún sigue vigente . Nosotras, mujeres occidentales nacidas en el siglo XX, hemos tenido la suerte de vivir y participar en los cambios que se operaron para que nuestra vida sea mas placentera y respetuosa de nuestras personas; pero hasta ahí. El número de femicidios habla por sí mismo. En las generaciones mas jóvenes no es cuestionada la inclusión femenina en los trabajos afuera de su casa; aún así, muchas veces sigue habiendo una distribución del trabajo al modo tradicional en muchos hogares. A nosotras, las mujeres; nos siguen perteneciendo en mayor proporción los hijos, la casa, los platos y ahora además el trabajo en el afuera. También dentro de las mujeres, quedan resabios de otros tiempos, anhelos de tener al " hombre proveedor". Estos son sueños; los platos a lavar son realidades. Lo llamativo es como la mujer sin darse cuenta, sostiene viejos paradigmas, aún pudiendo oponerse a ellos.Las viejas creencias están metidas bajo nuestra piel. Me tocó vivir una experiencia en la que una de las mujeres con las que estaba compartiendo una salida de parejas me dijera:- Discúlpame Silvia, pero yo no me haría atender por una mujer en ningún rubro. Ni psicóloga, ni abogada, ni arquitecta, etc...... Me reí. Sin querer ser agresiva; me surgió espontáneamente la siguiente respuesta:- No te preocupes, como no te voy a entender si a mí me sucedía lo mismo cuando era chica. Una vez que lo dije me dí cuenta de que esa había sido mi creencia de joven. Mi propia familia, inmersa en la cultura vigente así lo creía. Si bien algunos decían querer que sus hijas estudiaran, y lo hacían, lo principal era que se casaran y tuvieran hijos. Esa idea era la que circulaba en ciertos círculos socio económicos ( calse media/media alta). Los motivos para que ese paradigma no fuera cuestionado son múltiples. Es muy difícil cuestionar lo que no se plantea como problema, ya que es funcional al sistema y además como hacerlo si es confirmado y compartido por muchos. En ese momento yo desconocía uno de los pensamientos de Ghandi, que dice: "Una mentira creída por muchos no la transforma en una verdad" Por otra parte resulta reconfortante, inconscientemente, creer que alguien del sexo opuesto al propio ( del que uno no es, ni podrá ser) tiene la facultad de resolver ciertos temas, por su sola condición de género. Que fácil sería, que por el solo hecho de pertenecer al genero al que le corresponden ciertas tareas, determinadas culturalmente, no aparejaran esfuerzo y su ejecución fuera concretada con eficiencia y destreza. Varones dedicados a proveer la economía familiar, proteger de los litigios, e instrumentar su fuerza corporal. Todo ésto, al " deber ser así", no cuesta trabajo. Las mujeres tradicionalmente lideran el mundo del adentro; de la casa y de los hijos y tampoco les debería resultar difícil ni fatigoso. Por lo tanto que debería reconocerse de las tareas de ambos, si lo que hacen les corresponde y no cuesta? Nada. Estas son creencias mentirosas. Si no se revisan y cuestionan los mandatos, encubiertos de normalidad ( norma estadística), se deposita en los integrantes de la familia, expectativas transmitidas por el núcleo parental, mas el aditivo de los resabios que se arrastran de generaciones anteriores. La lógica de su perdurabilidad es por lo enquistado que están los usos y costumbres y el manejo del poder No sólo hay lucha de clases, también hay lucha de géneros. En realidad la razón de la mayor parte de las luchas son acerca de quien detenta el poder, en todos los ámbitos de las sociedades. Muchas veces las mujeres crecen con dificultades para detectar sus propios deseos ya que vienen mezclados y enredados en medio de los deseos de los otros. Esto nos hace perder de vista, por un largo tiempo y otras veces para siempre, las propias aspiraciones personales. Me refiero a aspiraciones de las mas elementales, como ser: el respeto hacía sí misma, en sus modos de pensar, de creer, de diferenciarse de lo que se pretende de ella. En ésta oportunidad hago foco, en la reflexión de cada una de nosotras, acerca de como nos sentimos y pensamos en nuestros vínculos con cada uno y todos los miembros de la familia que hemos conformado. Como se nos escucha y respeta, Lo incorporado en nuestro núcleo primario (que muchas veces no es pensado, ni fundamentado, solo ejecutado ) nos habita y opera en nosotras incidiendo en todo nuestros ser, nuestros vínculos y en la crianza de nuestros hijos, sin consciencia de lo que estamos llevando a cabo. Por lo expuesto, afirmo que muchas de las conductas que tomamos a diario y en acontecimientos importantes de nuestra vida operamos, sin darnos cuenta, influenciados en un porcentaje enormemente grande, por las creencias de nuestro entorno, infiltradas dentro de nosotros pero sin una reflexión que la avale y sea pasible de ser sostenida con una argumentación. sólida. Se evidencia una diferencia importante en el desempeño del rol materno ( por lo menos en las generaciones de las mujeres mayores de 60) en la actitud hacia sus hijos, según éstos sean varones o mujeres. La palabra materna es por lo general, menos escuchada que la del padre por los varones. El posicionamiento femenino depende de como se ha incorporado en la persona de cada mujer la palabra de los hombres de su historia, padres y hermanos y el trabajo que se haya hecho en la revisión de los mismos. No desesperemos porque puede modificarse; lleva mucho tiempo y esfuerzo. Les contaré un episodio donde se evidencia lo expuesto: Una familia había invitado a almorzar a tres hijos varones con sus mujeres y a una hija soltera. Al momento de terminar la comida, las personas que levantaban la mesa era la madre y su hija. El comentario de la hija fue: ahora que se casaron ( las mujeres de sus hermanos) no ayudan mas. Que te parece? La madre le contestó: Es cierto lo que decís, pero no se nos ocurre censurar a tus hermanos y expresar: Los chicos no se levantan a dar una mano.

2 comentarios:

  1. Tu artículo es impecable....afortunadamente las que tenemos más de 60 y supimos de la discrinación intra y extrafamiliar, supimos transmitirle a nuestros hijos que la misma es una ficción creada y recreada por la socidad desde tiempo inmemorial.-En la actualidad no es extraño ver un hombre solo en el super (mi marido por ejemplo, cambiando un pañal o dando una mamadera.-Creo que las generaciones más jóvenes, educadas en otros paradigmas, están camino al cambio y eso es reconfortante en la vida y la autoestima de toda mujer.-

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  2. Gracias Lii por tu comentario. Aun falta mucho para equiparar. Hay un libro interesante cuyo titulo es:La vida cotidiana en las nuevas familias. Una revoluciôn estancada? De Catalina Wainerman

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