Nací en 1947. En el momento de escribir esto tengo 63 años; y me encuentro con que a esta edad suceden muchos cambios que se evidencian en el cuerpo y en la mente, en nuestra psicología, en nuestras creencias. ¿Tal vez, también en el alma?
Soy madre de dos hijos ya casados, soy abuela y estoy enamorada de mis nietos, tengo un marido con el que me llevo muy bien, soy psicóloga, trabajo, hace tiempo que estoy tratando de ponerme a escribir, pero no encontraba ni el sujeto acerca del que quería escribir, ni el modo. Mi marido y mis amigas me alientan permanentemente a que lo haga, y una de ellas me señaló que era una pena que no ejercitara mi humor como lo hacía tiempo atrás.
A partir de ahí, algo pasó; y casi sin darme cuenta me reconecté con esa parte irónica y bromista que me permite hablar de lo que me preocupa (o de lo que me ocupa), y de las cosas que me pueden causar tanto risa como dolor, alternativa o simultáneamente. De lo que no hay duda es que me provoca es un enorme placer poder hacerlo.
Después de tres años de escribir en mi blog sin rutina , últimamente le dediqué mas tiempo y tuve una participación mas frecuente y activa en él. Hasta hace poco tiempo mi escritura, no tenía mas finalidad que expresarme. Sin saber las derivaciones que podía tener, en octubre de 2013 en Francia, visité a la Dra Marie Francoise Fuchs presidenta de la Organización OLD UP quien se mostró muy interesada en mi escritura, ligada a "El envejecimiento" y es así que mediante su recomendación, hoy soy miembro responsable para La Argentina, de la Organización internacional " Pass It on Network".
Esta organización está al servicio de el reposicionamiento del adulto mayor tanto en el ámbito personal, social como laboral..Cuando se ayuda a mejorar todos estos aspectos por carácter transitivo se mejora el estado de ánimo. Vislumbrar un nuevo sentido a la propia existencia tiene un impacto positivo para uno mismo y el entorno.
Recuerdo siempre una frase que he repetido incansablemente desde que me la dijo, hace años, la madre de una amiga: “No te quejes, nunca serás tan joven como hoy”. Es una verdad obvia, pero por serlo no se toma conciencia de eso. Por lo tanto gocemos de la inmejorable juventud de cada día. Que como verán, si las personas crean y tiene una actitud pro activa de conocer y contactarse, algo aparecerá en sus horizontes para aportar sentido y entusiasmo a este tramo de la vida
De Los Ojos
Los ojos pierden la nitidez y se necesita más de un par de anteojos para circular por la vida. Esto es una ventaja, ya que si vieras el proceso en toda su dimensión, la aceptación de los cambios en nuestra cara y en nuestro cuerpo sería más difícil aún.
La naturaleza se mezcla con nosotros. O nosotros nos mimetizamos con ella. A cierta edad, es frecuente el diagnóstico de cataratas ¿A quién se le puede ocurrir que podemos llevar un accidente geográfico en esa parte tan importante de la cara? Queremos verlas, no poseerlas.
Algunas personas mayores ven una especie de mosquitas (género insectos) transitando por sus ojos indisciplinadamente. No son alucinaciones, quédense tranquilos. Son producto del envejecido humor vítreo, que le trae aparejado al portador un humor de perros (reino animal). No caben dudas acerca de nuestra integración y fusión con el todo.
De la Pinta
Pienso en la Pinta y me viene a la cabeza La Niña; no por mí, sino por las carabelas. Pero además, creo que la Pinta y La Niña nos habitan. Obvio que ahora no hablo de las carabelas. Tanto una como otra deben dejar paso a otra “pinta”, y la niña debe devenir en individuo o individua (como diría nuestra presidenta), hecho que no siempre sucede.
¿Debo apegarme a mi aspecto exterior, que va a cambiar indefectiblemente? La actitud más adecuada para enfrentar este cambio sería la del desapego a la exterioridad, ya que todo sucederá aunque no me lo proponga y acontecerá aun contra mi voluntad. Si queremos apegarnos a algo, la conducta que más nos beneficiará es el apego a la libertad. Es casi lo único bueno de crecer: ser libre. O intentar serlo. Tratar de despertarse y respetarse, quererse, gustarse uno mismo, gordo, flaco, arrugado o no. Hacer lo que uno quiera dentro lo posible. Es fácil decirlo, lo sé, y difícil hacerlo; pero no tengo duda de que se puede.
Vislumbro algo compensatorio, o de equidad, con el paso del tiempo o envejecimiento. Noto en lo corporal que: los lindos se ponen más feos y los feos más lindos. Es probable que, al ponerse más feos, los lindos se emparejen con quienes siempre lo fueron. ¿Lo han notado? Recién ahora me queda claro ese dicho: La suerte de la fea (a futuro) la linda la desea. Hay que tener un poco de paciencia, sólo hay que esperar unos 50 o 60 años para que la fea sea linda y la linda fea.
Además, La Pinta y la Niña no son lo de menos (ni lo de más); no son infinitas, son finitas (o gorditas, si nos ponemos literales). La Pinta y la Niña siempre cambian. Y ahí esta el quid de la cuestión.
Por ese motivo creo que los liftings son un peligro, no porque te puedas morir, sino por los peligros que conllevan. Entre ellos la negación de la realidad, del paso del tiempo. Hecho que dificulta enormemente la asunción de lo que en la vida pasa. Y lo que pasa, es que pasa. El espejo representa un llamado de atención permanente. Nuestra interioridad, la mayoría de las veces, no hace acuso de recibo de este tránsito. Se le da más prensa al tránsito lento de la panza que al de la vida, que es tan rápido. Y lo que intenta la cirugía es llevar para atrás, pero la vida va para adelante; y en esta puja de fuerzas en la que una empuja para atrás y otra para adelante aparecen, como dice el tango, “caras extrañas” de gente conocida que se vuelve desconocida para el entorno y aun para ellos mismos. ¿Qué se dirán a la mañana en el espejo, mucho gusto soy… mmm? ¿Me gusto o no me gusto? Casi como Ser o no Ser. That is the question. Y lo que me preocupa es el después, porque es probable que quedes parecida a vos misma, pero cuando empieza todo a ser nuevamente tironeado por la gravedad ¿como irás quedando? Me parece un riesgo enorme; miren si no a la Duquesa de Alba. Y no crean que cito a la Duquesa para jactarme de haber viajado mucho o de leer la revista Hola europea, sino por mi falta de valentía para poner en evidencia a nuestros propios “monstruos nacionales”. Pero que los tenemos, los tenemos.
He tenido la oportunidad de ver a muchas mujeres operadas a quienes, al tratar de sonreír, se les tensa un lugar extraño, como por ejemplo el cuello; o se les cierra más un ojo, o se les tuerce la boca. Y no sigo más por piedad.
En algún momento lúdico de mi vida intenté pensar si había alguna característica de lo corporal y de lo conductual que permaneciera para siempre idéntico a sí mismo. Creo que no, estoy casi segura de que no se tiene nada igual para siempre. No se es joven para siempre, ni flaco, ni gordo, ni alto, ni bajo, ni bueno, ni malo. Tampoco generalicemos; como siempre, hay excepciones que confirman la regla, en las que algunos quedan jóvenes para siempre. Por ejemplo, Nacha. ¿Malos para siempre? Tengo algunos ejemplos en la punta de la lengua, pero elijo ser prudente. Me dirán que las personas bajas seguirán siéndolo; eso es así, pero todo es relativo: con el paso del tiempo, así como los altos se acortan, los bajos se acortan más todavía.