lunes, 27 de enero de 2014

La conciencia de envejecer

Todos los procesos vitales llevan un tiempo de elaboración, aunque no nos demos cuenta. La diferencia con lo que sucede en la naturaleza es que, en los seres humanos, el producto de estos cambios no es cíclicamente repetitivo y nada se manifiesta igual año tras año, ni día tras día. La vida es un continuo en el que un momento sigue al otro y se atraviesan experiencias semejantes entre los seres humanos, pero éstas son experimentadas en formas y tiempos diferentes, y producen sensaciones particulares, interpretaciones singulares e intransferibles de un mismo suceso. Recuerdo que mi madre me dijo a sus 70 años que recién se estaba dando cuenta de que estaba envejeciendo. Yo, que para la época tenía cerca de 50 años, me sorprendí y pensé ¡¡¡cómo!!! ¿no lo ha sentido hasta ahora? Yo creía que, al ser un proceso, en todo momento ella había estado al tanto del mismo. Como hija, yo sí lo iba percibiendo en ella y me entristecía. Hoy me doy cuenta, a mis 66 años, que el envejecer, por lo menos hasta la edad que estoy transitando y de la que puedo dar mi testimonio, no es un estado que se adquiere de una vez, por el que se accede al status de viejo. Hay, más que nada, un interjuego en el cual tenemos vislumbres de lo que nos está sucediendo, pero esas visiones alternan con momentos en los que no nos damos cuenta, y seguimos viéndonos, en nuestro interior, como éramos antes, mucho mas jovenes.