sábado, 3 de septiembre de 2011

De los Padres


Fuimos hijos. Algunos de mi generación aún lo son. Estuvimos signados por creencias de una época en la que el modo de ser y actuar de los padres se lo relacionó causalmente con la problemática de sus hijos Se sobredimensionó la focalización en ese vínculo. Creo que con esa lectura, lo que se obtuvo es, más claramente, juntar rencor y hostilidad hacia los padres. No nos dimos cuenta de la trampa en la que nos enredábamos con ciertos reduccionismos psicológicos. En ese contexto, si nuestros padres fueron responsables de nuestros padeceres, nosotros seremos responsables de los padeceres de nuestros hijos.
Es natural que aprendamos nuestros patrones conductuales, morales, éticos y estéticos de la matriz de la que provenimos y que también nuestras angustias mas profundas provengan de esos vínculos primarios; estos daños indelebles que cada uno en mayor o menor medida lleva consigo nos acompañaran como marcas de fábrica. Elaboraremos lo que podamos y como podamos. Estoy convencida que las psicoterapias ayudaran en ese proceso. Pero lo que hay que destacar es que los daños que nos puedan haber efectuado, son producto de los daños que los que nos los infringieron a su vez recibieron de sus predecesores y éstos a su vez de los propios. Tan largo es éste camino que yo creo, sin equivocarme, que la culpa la tuvo Adán. ¿A alguien le cabe alguna duda? Aunque tampoco le quitemos toda la responsabilidad a Eva. Eso es: fueron ellos dos.
Miren ustedes, algo tan sencillo y evidente. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Acaso hemos hecho sucumbir en nuestro inconsciente lo de la manzana? No se puede creer que nos haya llevado tanto tiempo y que hayamos gastado fortunas en psicoterapia, sin hablar de ellos. Son vox populi y hasta vox Dei los antecedentes transgresores de esa pareja. Son los responsables de habernos caído del paraíso. Y? Nos distrajimos hablando de cualquiera de nuestros padres, que si jorobaron fue hecho en dosis homeopáticas, comparándolo con Adán y Eva que jorobaron a la humanidad y en gran escala.
Ser padres es la tarea más difícil que se pueda imaginar. En esta tarea estamos solos con nuestras incertidumbres. Los padres estamos influenciados por las corrientes de la época, y las teorías van rotando.
Dependemos de nuevas informaciones o, a veces, de viejos desconocimientos de la ciencia sin resolver a ciencia cierta. Me asombra que en lo que me ha tocado vivir hasta la fecha he visto que un acto aparentemente sencillo, como es la forma de acostar a un bebé en la cuna, ha sido cambiada por lo menos tres veces, siempre diciendo que la posición del momento era la mejor. La imagen que me viene a la cabeza es la de un pollo rostizado al que van dando vuelta. Primero se los acostaba boca abajo, aduciendo que éste era “el modo” indicado para que no se ahogaran; después, de costado, porque ahora sí habíamos dado con la verdad de la milanesa con respecto al ahogo; luego boca arriba, por la muerte súbita (¿y que pasó con los ahogos con su propio regurgito?) Creo que seguirán rotando a nuestros bebés buscando la posición mejor.
Yo me he pasado años preguntándome de quién es la culpa en relación con los hijos: ¿del chancho o de quien le da de comer? Que me disculpen los hijos, no creo que sean chanchos, es una metáfora. Me parece que los psicoanalistas se basaron en este refrán para adjudicarles toda la culpa a los padres, que son, después de todo, los que dan de comer. Seguro que Freud me censuraría con mi metáfora del chancho, porque como buen judío, supongo que no querría tener nada que ver con ellos (los chanchos). No nos engañemos, esto es un chiquero, porque muchas veces se ensucian los terrenos de los vínculos con especulaciones que tratan de bucear en la etiología de los padecimientos humanos y lo único que consiguen es embarrarla.
































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